¡¡Buenos días lectores!! Un viernes más os traemos una nueva receta, en
este caso uno de los ingredientes es la lechuga, pero
antes de empezar a cocinar, vamos a conocer un poco más las propiedades y
composición de esta hortaliza
Las lechugas forman el género Lactuca y
pertenecen a la familia de las asteráceas (compuestas). Esta
familia, cuyo nombre actual deriva del griego Aster (estrella), se caracteriza
porque sus flores están compuestas por la fusión de cientos e incluso miles de
flores diminutas.
Todas las lechugas que se cultivan hoy en
día derivan de la humilde Lactuca sativa, la "lechuga
silvestre" con hojas más pequeñas y duras, sabor acre y pequeñas flores
amarillas que salen en verano y crecen como mala hierba en los terrenos baldíos
de buena parte de Europa y Asia. Los botánicos no se ponen de acuerdo sobre su origen ya
que ha sido conocida por sumerios, egipcios, persas, griegos y romanos, es una
planta cultivada desde hace muchos años.
Los
egipcios representaban a Min, dios de la fecundidad y protector de las
cosechas, por una lechuga. Los
antiguos griegos y romanos la expandieron por toda la cuenca mediterránea. Y estos
últimos tenían la costumbre de consumirla antes de acostarse después de una
cena abundante para así poder conciliar mejor el sueño.
Las cuatro variedades más comunes son:
- Lechuga de cogollo, con una cabeza parecida a la de la col.
- Hoja rizada, con hojas separadas, que no forman cogollo.
- Romana, con un cogollo largo y erguido.
- Tallo, con un tallo grueso comestible y hojas de sabor desagradable.
Ahora pasamos a conocer la composición nutricional de la lechuga, rica en vitamina C y flavonoides.
La
lechuga es un alimento que aporta muy pocas calorías por su alto contenido en
agua y su escasa cantidad de hidratos de carbono, proteínas y grasas.
En
cuanto a su contenido en vitaminas, podemos mencionar (con aportes poco significativos) la presencia de
folatos, provitamina A (beta-carotenos) y vitamina C. La niacina, tiamina y riboflavina, se encuentran en
menores proporciones aún.
El
aporte de minerales tampoco resulta especialmente significativo, aunque sí posee pequeñas cantidades de fósforo, potasio,
hierro y calcio. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que las hojas de color verde
intenso, que por lo general suelen ser las
menos tiernas, son precisamente las más ricas en vitaminas y minerales.
Contiene
flavonoides, fundamentalmente quercetina, que tiene actividad antioxidante,
antitrombótica y anticarcinogénica;
seguida de kaempferol, y cantidades inferiores de miricetina, luteolina y
apigenina. La lechuga también aporta pequeñas cantidades de beta-sitosterol,
stigmasterol y campesterol, fitoesteroles que participan en importantes
funciones biológicas tales como la reducción de los niveles séricos de
colesterol, protección frente a algunos tipos de cáncer, etc.
Algunos
autores han atribuido a este alimento propiedades calmantes y sedantes
probablemente debidas a la presencia de ciertas sustancias (lactucina, lactucopicrina, etc). Como ya mencionamos
anteriormente los romanos las usaban para conciliar el sueño, se debe a que
estas sustancias, consideradas
responsables del sabor amargo de los alimentos que las contienen, son similares químicamente a las que forman el opio,
aunque carecen por completo de efecto adictivo y toxicidad.
Después de conocer la lechuga pasamos a la cocina de manos
de mi compañera para hacer un rico plato, hoy cocinamos… Crema fría de lechuga
Ingredientes
- 1 puerro
- 1 o 2 patatas medianas
- 2 cogollos de lechuga
- 1 litro de caldo de pollo
- 170 ml de leche evaporada
- Pimienta negra
- Aceite de oliva
Preparación
Primero pelamos las patatas y troceamos el puerro.
A continuación, en una cazuela rehogamos las patatas y el puerro con un
poco de aceite de oliva y reservamos en la misma cazuela. Mientras, lavamos la
lechuga y la troceamos para después añadirla en la cazuela junto con las
patatas y el puerro.
Incorporamos el caldo de pollo y dejamos cocer a fuego lento durante 30
minutos aproximadamente. Una vez transcurrido ese tiempo, trituramos con la
batidora. Después vamos incorporando la leche evaporada junto con un poco de
pimienta negra molida, batimos bien y dejamos enfriar.
¡Listo! Ya tenemos una crema de lechuga bien fresquita :)
Con esto nos despedimos. Pasad un buen fin de semana y nos vemos en el
siguiente post.
Realizado por Jorge Ibarra Morato y Tamara Valencia Dueñas
Yo, si no tengo lechuga en la nevera, no se que comer..
ResponderEliminarBuen post, chicos..
¡¡Muchas gracias Patricia!!
EliminarLa verdad que la lechuga es una hortaliza que se ha usado desde hace muchos años, y tiene buenas propiedades.
Y está bien rica en cualquier ensalada :).
¡¡Saludos!!