Buenos días, hoy vamos a hablar
sobre la obesidad, que en los últimos años se ha convertido en uno de los
problemas de salud más preocupantes en el mundo “desarrollado”.
Según la Organización Mundial
de la Salud (OMS) desde 1980 la
población con problemas de obesidad se ha visto duplicada y sigue aumentando.
Las cifras son más que significativas: en 2008, 1400 millones de personas de
más de 20 años tenían sobrepeso de los cuales 300 millones de mujeres y 200
millones de hombres eran obesos. En cuanto a la población infantil, los datos
también dan mucho que pensar ya que en 2010, alrededor de 40 millones de niños
menores de 5 años tenían sobrepeso.
El sobrepeso y la
obesidad además traen consigo otros problemas de salud, tales como diabetes, cardiopatías isquémicas
y ciertos tipos de cáncer, son el quinto factor principal de riesgo de
defunción en el mundo.
Hace unos años estos problemas se
atribuía a la población perteneciente a aquellos países de ingresos más
elevados pero la prevalencia de ambos trastornos está cada vez más presente en
países con ingresos medio-bajos. Esto puede ser debido a que cada vez la oferta
de alimentos menos saludables es mayor y con precios más que asequibles, y
también puede verse influenciado por la falta de educación nutricional, una
educación clave para aprender a disfrutar comiendo y además hacerlo de una
forma sana.
Hasta aquí entendemos que es un
problema pero… ¿qué es la obesidad?
Según la OMS, el sobrepeso y la
obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede
ser perjudicial para la salud, que a su vez se traduce en un aumento de peso. Es una enfermedad crónica y el trastorno
metabólico más frecuente del “mundo desarrollado”.
Para diagnosticar
este problema se suele recurrir al IMC (que ya explicamos en post anteriores); recordad
que si el IMC era superior a 25 entonces entrabamos en sobrepeso, si este valor
superaba 30 o 40 se consideraba obesidad y obesidad mórbida respectivamente. Es
importante que con este valor se tenga en cuenta también el porcentaje de grasa
porque, como ya dijimos, una persona puede tener un IMC de 35 y no
necesariamente ser obesa ya que este valor tiene en cuenta el peso y la talla,
y como dato la masa muscular pesa más que la grasa por lo que esa persona con
un IMC de 35 puede corresponder con el perfil de un deportista por lo que no
estaríamos hablando de obesidad.
Según dónde se localice la grasa podemos clasificar la obesidad en:
- Obesidad androide, central o abdominal (en forma de manzana). En este caso el exceso de grasa se localiza preferentemente en el abdomen y tórax. Se la considera la de mayor riesgo, que puede llevar a padecer enfermedades como la diabetes, problemas de hipertensión…
- Obesidad ginoide o periférica (en forma de pera). La grasa se acumula sobretodo en cadera y muslos. Se relaciona con enfermedades osteoarticulares o vasculares, es decir destacan las enfermedades relacionadas con el problema del retorno venoso en las extremidades inferiores como es el caso de procesos varicosos.
Para prevenir la
obesidad es muy importante el estilo de vida y los hábitos alimentarios. Es
recomendable seguir las pautas de una alimentación equilibrada, sin olvidarnos
de realizar ejercicio físico con regularidad.
Cuando hablamos de
obesidad y de su tratamiento debemos tener muy presente que no existen fórmulas mágicas ni
milagrosas para pasar de obesidad a normopeso de un día para otro. Es un proceso lento que
requiere de la intervención de un especialista que ayude en el control y
seguimiento de este tratamiento. Es un trabajo multidisciplinar, no sólo un
especialista es el encargado de tratar esta patología sino que consta de una
parte dietética, otra de ejercicio, y una última de asesoramiento psicológico,
por ejemplo asistir a reuniones de grupo en las que cada uno cuenta su
experiencia y vivencias, también es muy importante este asesoramiento ya que
ayuda a no convertir el alcanzar el peso deseado en una obsesión. En ciertos
casos también se recurre a tratamiento farmacológico e incluso cirugía
sobretodo en obesidad mórbida.
La alimentación en la
obesidad no tiene por qué ser distinta de una alimentación normal, debe ser equilibrada y variada, siempre
pautada por un experto. Las comidas deben distribuirse de forma regular, para
así evitar los llamados “picoteos” o los atracones, saltarse comidas no ayuda
en la disminución de peso, y favorece como hemos dicho antes a llegar al resto
de comidas con más ansiedad lo que provoca ingerir más alimentos de lo que se
debería. En
esta patología lo normal es que haya un desbalance calórico por lo que la dieta
debería ajustarse más a las necesidades calóricas de cada persona, contando con una ligera disminución de
calorías para favorecer la pérdida de peso.
Es importante no
abandonar el consumo de hidratos de carbono, podemos recurrir a alimentos integrales,
que son ricos en fibra,
ayudan a regular el tránsito intestinal y tiene un efecto prebiótico para la
flora bacteriana del intestino, favoreciendo así una mejor absorción de
nutrientes y optimizando la digestión, además la fibra tiene efecto saciante y
comeremos menos.
La pérdida de peso
suele ser bastante importante lo que supone una posible pérdida de músculo, por
esto se tiende a que la dieta sea ligeramente hiperproteica así junto con el
ejercicio físico se consigue mantener la masa magra corporal.
Con respecto al
ejercicio,
es indispensable empezar a hacer ejercicios de intensidad moderada-alta, combinando ejercicio aeróbico con
ejercicio muscular al
menos 3 veces por semana.
El ejercicio aeróbico ayudaría a movilizar la grasa y así poder perderla más
fácilmente y el ejercicio muscular es totalmente necesario porque en estos
tratamientos es normal perder músculo, por lo tanto al hacer este tipo de
ejercicio ayudamos a desarrollar y fortalecer el músculo. Algo así como que
“transformaríamos la grasa en músculo”. Hacer un ejercicio algo más intenso
ayuda en la pérdida de peso, el plan de ejercicios debería ser modulado de
forma que no se empiece con un ejercicio muy intenso ya que podría perjudicar
más que beneficiar; lo ideal es ir haciendo pequeños ejercicios e incrementar
su intensidad poco a poco.
Con esto me despido,
¡nos vemos en el próximo post!
Realizado
por Tamara Valencia Dueñas
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