Hablando con la gente
que está a dieta, he observado que la mayoría parecen tener cierta obsesión por
las calorías de los alimentos. A menudo escucho la típica frase de “¡uy, no,
si eso tiene muchas calorías!” refiriéndose casi siempre a un plato de
pasta. Sin embargo, a veces, hay que pararse a pensar y preguntarse si esas
calorías son realmente tan malas. El secreto está en saber en qué invertimos
esas calorías, por qué son necesarias o por qué no lo son. Si conocemos la
energía que necesitamos y la repartimos adecuadamente, resulta que las calorías
no son tan malas y además podemos controlar el peso.
Todos los alimentos
tienen un porcentaje calórico, a excepción del agua, por lo que vamos a ver a
qué función corresponden y están destinadas esas calorías:
MACRONUTRIENTES
|
KCAL/Gr
|
Proteínas
|
4
|
Lípidos
|
9
|
Hidratos de Carbono
|
4
|
Alcohol
|
7
|
Teniendo en cuenta esta
tabla, vemos que las proteínas aportan 4 Kcal/gr, pero, ¿para qué sirven las proteínas? Poseen funciones sin las cuales el
organismo no podría funcionar: función enzimática, reguladora de las
actividades celulares, transporte de moléculas por el organismo, estructural,
defensiva, de reserva y, en menor medida, energética.
De la función energética
se encargan los hidratos
de carbono,
cuyo componente principal responsable de esta función es la glucosa. Según este
componente nos encontramos con hidratos de carbono de absorción rápida o
simples (un ejemplo es la bollería) e hidratos de carbono de absorción lenta o
complejos (nos referimos a patata, pasta, cereales…), estos últimos por su
estructura necesitan transformarse para obtener la energía, de ahí la
denominación de “absorción lenta”.
Y por último, pero no
menos importante, están los lípidos, imprescindibles para la función de reserva
energética, y para otras como, formar parte de la estructura de la membrana
celular y recubrimiento de nuestros órganos, función térmica para controlar la
temperatura corporal, función de transporte y regulación, etc.
Puede que os preguntéis…
¿y el alcohol? El alcohol aporta lo que llamamos
calorías vacías que el organismo no necesita.
Ya sabemos sus
funciones, ahora, ¿debemos distribuir la ingesta de estos macronutrientes en la
alimentación por igual? La respuesta seguro que la sabéis todos… NO.
Se recomienda que la
distribución de la ingesta sea:
MACRONUTRIENTE
|
% REQUERIDO
|
Proteínas
|
10-15
|
Lípidos
|
30-35
|
Hidratos de Carbono
|
50-55
|
Además, recomendamos
que, en la ingesta de proteínas el 50% sea de origen animal y 50% de
origen vegetal; la ingesta de lípidos debería repartirse en 7-8% saturados (como
algunos presentes en las mantequillas), 15-20% monoinsaturados y 5%
poliinsaturados (por ejemplo el presente en el aceite de oliva el
ácidolinoleico aunque este alimento también contiene componentes del tipo monoinsaturados);
y la ingesta de hidratos
de carbono siempre
recomendamos ingerir un mayor porcentaje de hidratos del grupo de los
complejos, de absorción lenta, 40-45% de la energía.
Para ir acabando este
pequeño apartado dedicado a las calorías, vamos a definir el porcentaje de
reparto de la ingesta a lo largo del día:
Desayuno
|
20%
|
Media mañana
|
10%
|
Comida
|
30%
|
Media tarde
|
10%
|
Cena
|
30%
|
Pongamos un ejemplo, un
hombre de 25 años que, teniendo en cuenta su gasto energético por la actividad
física que realiza y sus hábitos de vida diarios, así como su gasto energético
basal (energía que necesita en estado de reposo, sólo para mantener las funciones
vitales del organismo), se calcula que requiere una ingesta de 3.000 Kcal/día.
Podemos suponer que necesitará:
NECESITA
|
3.000 Kcal
|
Desayuno
|
600 Kcal
|
Media mañana
|
300 Kcal
|
Comida
|
900 Kcal
|
Media tarde
|
300 Kcal
|
Cena
|
900 Kcal
|
Con esto, me despido,
nos vemos en la siguiente publicación.
Realizado por Tamara Valencia Dueñas
0 comentarios :
Publicar un comentario