¡Buenos días! Hoy continuamos con la semana del corazón y hablaré de dos
patologías relacionadas con el corazón.
Antes de entrar en las propias patologías, me gustaría recordar qué es la
enfermedad
cardiovascular y algunos términos relacionados con ésta. La
enfermedad cardiovascular es aquella que afecta al corazón y a los vasos
sanguíneos, pudiendo ser aguda, como puede ser el infarto de
miocardio, o
crónica.
Una cardiopatía crónica deriva en una
pérdida de la función cardíaca a largo plazo, pudiendo encontrarnos
con una cardiopatía compensada si el corazón logra mantener la
circulación de la sangre, o una cardiopatía descompensada si el corazón no logra una circulación
sanguínea adecuada en todo el organismo.
Aquellas personas con obesidad abdominal,
presión arterial alta, lípidos en sangre elevados siendo HDL bajo y LDL alto,
resistencia a la insulina o proteína reactiva C sensible en la sangre, tienen
un mayor riesgo de padecer cualquier tipo de cardiopatía y, en el caso de aquellos diagnosticados con
síndrome metabólico, tienen una mayor probabilidad de infarto o cardiopatía
coronaria.
Dicho esto, hoy hablaremos de cómo tratar a través de la nutrición una cardiopatía
crónica, la insuficiencia cardíaca congestiva, y cómo enfocar la alimentación
tras un infarto del miocardio.
¿Qué es la insuficiencia cardíaca
congestiva?
La insuficiencia
cardíaca congestiva es una
cardiopatía crónica descompensada, que como he mencionado anteriormente,
significa que el
corazón no consigue mantener una adecuada circulación, por lo que se produce
una retención de líquidos y de sodio que obligan al corazón a latir más rápidamente
para compensar; esta descompensación además deriva en:
- Oxígeno insuficiente para las necesidades del organismo.
- Falta de nutrientes en las células, lo que imposibilita el adecuado funcionamiento de las mismas.
Y,
como consecuencia, puede presentarse dificultad respiratoria, dolor en el
pecho, mal nutrición y peso bajo, estos dos últimos enmascarados por la
retención de líquidos y el edema resultante.
Tratamiento
dietético
La
alimentación debe estar orientada a disminuir en lo posible el gasto cardíaco y controlar el efecto térmico del alimento. No obstante, los requerimientos energéticos son mayores ya que el corazón realiza un sobreesfuerzo para intentar
mantener una correcta circulación sanguínea y por el gasto pulmonar causado por
una mayor demanda de oxígeno.
A
causa del edema en muchos casos se tiende a restringir el consumo de líquidos,
menos de 1 litro al día, y se recomiendan diuréticos para ayudar en la
excreción de agua y sodio; además, por el
acúmulo de sodio y para evitar otros problemas asociados, se pauta una dieta baja en sodio. No obstante, los diuréticos pueden favorecer una pérdida considerable
de potasio, por lo que debería incluirse en la dieta alimentos ricos
en este mineral tales como las
frutas, más concretamente podemos tener en cuenta el plátano, naranjas, etc. Si
el médico lo considera necesario se recetaría complementos de potasio, pero
sólo en casos extremos.
También se debería limitar el consumo de
bebidas que contengan cafeína con el fin de reducir el riesgo de taquicardias.
Esta
cardiopatía es de tipo agudo. Se produce por una obstrucción de la arteria
coronaria, encargada de suministrar sangre al corazón, y el tejido
cardíaco muere por falta de riego sanguíneo. Es una cardiopatía derivada de otros
problemas, generalmente por ateroesclerosis, pero existen otras causas
como trombos por problemas de coagulación o hipertensión.
Tras
el infarto se tiene una sensación de sed importante, pero hay que evitar el
aporte de cualquier alimento o agua hasta que la persona sea reconocida por un
médico. Tras la exploración se suele
recomendar líquidos de tipo infusiones, siendo necesario esperar algunas horas para ir añadiendo alimentos.
Por lo tanto, para el tratamiento dietético, se suele recurrir a una dieta
de líquidos durante las primeras 24 horas tras el infarto, y
después ir incorporándose a una dieta baja en colesterol y sodio, controlando muy bien el aporte energético. Igual que con
la insuficiencia cardíaca, hay que vigilar el aporte de alimentos y, por tanto,
de energía, con el fin de disminuir el trabajo del corazón. La fibra requiere
de un trabajo extra a nivel de función cardíaca por lo que es necesario
controlar su ingesta, además sería
recomendable restringir el consumo de cafeína ya que es un excitante que contribuye, como hemos dicho
antes, a un sobreesfuerzo del corazón, y tras recuperarse del infarto controlar
el consumo de estas bebidas a no más de 3 tazas al día.
El objetivo del
tratamiento del infarto de miocardio es intentar reducir el trabajo del corazón, para
permitir que éste descanse a fin de que el tejido se repare en la medida de lo posible.
Para terminar, una dieta baja en
grasas y colesterol es fundamental y se debe adquirir
una rutina para mantener este tipo de alimentación de por vida.
Con esto me despido, nos vemos en el siguiente
post :)
Realizado por Tamara Valencia
Dueñas
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