¡Buenos días! ¿Qué tal el fin de semana? Nosotros empezamos la semana con
nuestra sección mensual de “Nutrición en las diferentes etapas de la vida” y
seguimos con los niños. Hoy voy a hablar del niño preescolar de edades
comprendidas entre 1 añito y 3.
Esta edad infantil es el momento más
importante para inculcar a nuestros hijos unos buenos hábitos de vida que les
acompañarán durante el resto de su vida y es lo que
enseñarán, a su vez, a sus hijos.
Una vez pasado el primer año, en el cual se introducen un montón de
alimentos en la dieta del pequeño, comienza una nueva etapa en la que se van introduciendo poco a poco
aquellos alimentos con una textura un poco más dura que le obligue a aprender a
masticar bien y, por tanto, a comer alimentos troceados. Aunque
esto depende en gran medida en el carácter del niño y en su capacidad de
aprendizaje, alrededor de los 18-24 meses ya debería ser capaz de
tomar esos alimentos troceados, como pueden ser galletas, queso,
jamón de york, etc.
El niño entre los 4 y los 18 meses se adapta a comer desde sólo la leche
materna a una comida similar a la del adulto aunque de menor tamaño. Por tanto,
es un período en el que más cambios alimenticios se realizarán con respecto al
resto de su vida.
Esta época es una época bastante difícil
puesto que los niños sufren de un cambio negativo en el apetito y en el interés
por los alimentos. Es común que haya un
rechazo hacia los nuevos alimentos debido a una actitud de temor frente a lo
desconocido. No hay que preocuparse, al niño no le pasa nada y no tiene ninguna
alteración, es un proceso normal del proceso madurativo. Son capaces de
reconocer, diferenciar y elegir entre los distintos alimentos según la comida
del día tal y como hacemos los adultos. Esto se debe al proceso de observación
e imitación, el niño tiende a comer lo que ve comer a los adultos que
le rodean y a sus propios compañeros. Por
eso es importante que se acostumbre a realizar las comidas en familia o con
otros niños, en el caso de que coman en la guardería, en un buen ambiente y
relajado evitando distracciones como la televisión, la radio o tebeos. Hay que
dedicarle el tiempo necesario a cada comida para que el niño aprenda a comer
disfrutando. Los alimentos no deben percibirse como un premio o un castigo.
No se deben aplicar normas nutricionales
rígidas ni obligar al niño a comer un alimento si no quiere ni se le debe
reñir; lo que se debe hacer es ofrecer otras alternativas (incluyendo el
alimento en cuestión) y estimularle a probar nuevos alimentos con diferentes sabores,
textura y colores para que él elija. A base de ofrecerle el alimento que en un
principio rechaza, al final acabará probándolo y aceptándolo (más aún si ve que
el resto de personas que lo rodean lo ingiere). Es muy importante no premiar o
recompensar a los niños con alimentos ya que habría un riesgo de
sobrealimentación y de elección de alimentos con menor valor nutricional, como
bollería, azúcares, etc. En este punto, destacar que los niños presentan una
gran variabilidad en la ingesta calórica de una comida a otra, de forma que un
importante ingreso energético en una comida va a ser compensado por un bajo
ingreso energético en la siguiente, siendo finalmente la ingesta energética
total diaria normal.
A pesar de esto, se deben tener unos horarios y una distribución dietética
evitando ingestas entre horas, además, debemos evitar las “comidas eternas”
en las que el niño está delante del plato durante horas sin apenas probarlo.
Hay que ser paciente pero no por esto poner a prueba la paciencia de los padres
que acaba generando un ambiente negativo y muy tenso. Las calorías totales
diarias se deben repartir: 20% en el desayuno, 10% en la media mañana, 30% en
la comida, 15% en la merienda y 25% en la cena; es decir, deben realizar 5
comidas diarias con cuidado en la hora de la merienda. Ésta no debe ser a una
hora tardía ni debe ser muy abundante puesto que en modo contrario el niño a la
hora de la cena no querría tomar nada y a media noche se moriría de hambre.
Recordar la importancia de un desayuno
completo y equilibrado.
A los tres años, la madurez de la mayoría de órganos y sistemas es
similar al adulto. Por otra parte, al contrario que en la etapa anterior, los niños en edad preescolar tienen unas necesidades
calóricas menores por una desaceleración en el crecimiento (crecen
aproximadamente 12 cm en el segundo año, 8-9 cm en el tercer y 5-7 a partir de
esta edad), pero hay un aumento en las necesidades proteicas ya que hay un gran
crecimiento de músculos y otros tejidos. De este modo, se puede decir que
necesitan unas 1.300 Kcal/día (dependiendo, por supuesto, de la actividad
física del niño), y necesitan un aporte de proteínas de alto valor biológico
combinando las proteínas de carnes, pescados, huevos y lácteos.
Y ya para despedirme, quiero recalcar que cada niño es diferente y tiene sus propios gustos, los
cuales hay que tener en muchísima consideración y ser respetados. Se
come para desarrollarse y crecer, y esto lo puede conseguir cada niño con un
modo diferente de comer.
Saludos a todos :)
Realizado por Cristina Vallespín Escalada
¡¡Hola Emilia!!
ResponderEliminarNos alegra que te guste nuestro blog, no tenemos ningún problema para que nos enlaces en tu lista. Pero no hemos podido encontrar tu blog.
Nos lo puedes remitir a nuestra dirección de correo electrónico que está en el apartado de contacta con nosotros.
Un saludo muy grande.
El equipo de Nutrición a las 6.