¡Buenos días! Ya estamos a viernes, el último de
noviembre, y una nueva receta llega a Nutrición a las 6. Como sabéis, antes de
proceder a la receta, hablemos de uno de sus ingredientes. Hoy hablamos de las almejas.
Pero antes de hablar de las almejas... entendamos qué
son los moluscos. El molusco es aquel animal
invertebrado marino, de cuerpo blando que puede o no estar cubierto de una o
dos conchas y, de este modo, se puede clasificar en bivalvo, aquellos que tienen dos conchas como
el mejillón, la viera, ostra, etc.; univalvo
o gasterópodo, aquellos de una concha como el caracol; y cefalópodos, que no tienen concha como el
pulpo, calamar o sepia.
La “almeja”,
es el nombre común que se les da a varios
moluscos pelicípodos, bivalvos, de la familia veneridae, con
cuerpos comprimidos protegidos por dos valvas (o conchas), de
unos 3-5 cm, unidas mediante una especie de bisagra llamada charnela. Viven
enterrados en las arenas de los ríos y océanos, esto lo consiguen realizando
ciertos movimientos con un pie musculoso, que se parece a una lengua. Es capaz
de soportar temperaturas frías, de 5oC, y temperaturas cálidas de 35oC,
así como cambios de salinidad. Las almejas se
pueden encontrar durante todo el año en las pescaderías, aunque
la primavera es la estación menos óptima para su consumo.
En España la almeja más fina y cara es la más popular
conocida como “almeja gallega” que posee una
concha de color gris claro y se localiza en las costas del noroeste. Pero
existen otros tipos de
almejas que podemos encontrar en nuestro país como la “almeja francesa”, procedente de Normandía,
Bretaña y La Vendée, de un sabor más pronunciado; la “chirla o almeja del Mediterráneo”, pequeña y
muy sabrosa; la “almeja japonesa”, la
“almeja dorada” y la “almeja rubia o listada”.
Y ahora pasemos a sus propiedades nutricionales. Las almejas son fuente de hierro, yodo y otras sustancias
no nutritivas.
El agua es el elemento más abundante de
las almejas, suponiendo el casi 89% de su composición. Esto hace que sean un alimento bajo
en calorías, asemejándose (por 100 gramos de consumo, no ración)
incluso a algunas verduras como el puerro o la alcachofa. Esto hace que resulte
un alimento interesante y recomendado en planes de pérdida de peso, ya que además de su bajo valor calórico, también tienen un bajo
valor graso, siendo los de mayor proporción los ácidos grasos poliinsaturados,
importantes desde el punto de vista cardiovascular. Por otra parte, a
diferencia de los dichos populares de que el marisco contiene altas cantidades
de colesterol, cabe decir que aunque su valor es algo elevado, en el caso de
las almejas puede parecerse al colesterol que aportan otros pescados, y no sólo
esto sino que además, su capacidad de
aumentar el nivel de colesterol sanguíneo es inferior a la de otros alimentos, gracias
a la presencia de dichas grasas poliinsaturadas.
En cuanto a su valor proteico, destacar que sus proteínas son más fibrosas, debido a su
contenido más alto en colágeno, y por tanto, son más difíciles de digerir que los pescados blancos.
Asimismo, aportan purinas que,
si recordáis de cuando os contamos en el post del ácido
úrico y la gota, al metabolizarse se transforman en
ácido úrico.
En cuanto a los minerales,
los más destacables de las almejas, como he mencionado previamente, son el hierro, el calcio y el yodo. Sin embargo, como
la ración de consumo suele ser pequeña, este aporte es casi despreciable. Al
igual que las vitaminas, que
sobresalen las hidrosolubles del grupo B y
en menor proporción la vitamina A y D.
Y ahora sí que sí, pasamos a la cocina para preparar
un plato bien calentito para los fríos que nos vienen en los que son
apetecibles los platos de cuchara. ¿Qué cocinamos hoy? Unas ricas Fabes
con almejas
Ingredientes para 4 personas
- 375 gr de judías blancas
- 500 gr de almejas
- ½ cebolla
- 3 dientes de ajo
- 1 hoja de laurel
- 3 cucharaditas de aceite de oliva
- Sal
Un día antes ponemos en remojo las judías en agua
fría.
Al día siguiente, ponemos una cazuela al fuego con el
aceite de oliva, escurrimos las judías y las echamos a la cazuela junto con la
cebolla picada, los 3 dientes de ajo (enteros pero pelados) y la hoja de
laurel. Cubrimos todo de agua fría, salamos y dejamos cocer a fuego lento
durante aproximadamente 15 minutos desde que rompe a hervir.
Mientras tanto, limpiamos y lavamos bien las almejas y
reservamos. Cuando han pasado los 15 minutos de cocción, añadimos las almejas y
dejamos cocer otros 15 minutos más, aunque cabe decir que este tiempo depende
mucho del tipo de agua que usemos, si es dura o blanda, y de la variedad de
legumbre, por lo que debemos ir probándolas hasta que notemos que están
blandas.
Y listo para servir. Un plato sencillo y rápido de
hacer, que puede ser plato único acompañándolo de una rebanadita de pan y de
postre, una fruta.
Con esto nos despedimos, hasta el mes que viene.
Esperamos que desfrutéis mucho del último fin de semana de noviembre.
Fuentes
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