¡Buenos días! Inauguramos el mes con una nueva receta en la que el bonito es el protagonista. Por ello vamos a hablar un
poco sobre este pescado, perteneciente al grupo de los pescados azules.
El
bonito se sitúa en la familia de los Escómbridos y orden Perciformes.
Básicamente distinguimos entre dos grandes grupos: el bonito del sur (Sarda sarda) y el
bonito del norte.
Este
primero también se denomina bonito común o “del Atlántico”, aunque
dentro del género Sarda también encontramos otras especies como el bonito austral
exclusivo de los mares de Oceanía, el bonito mono que habita la zona del Pacífico o
el bonito
del Pacífico Oriental.
El bonito del norte (Thunnus alalunga), también se denomina “atún blanco”. Este bonito
sólo puede recibir dicha denominación si sobrepasa los 4 kg de peso y se
captura en el Cantábrico con anzuelo para que el pez no sufra y obtener así una
mayor calidad de su carne.
Podemos diferenciar el bonito del atún principalmente por la longitud de la aleta pectoral, siendo en el
bonito bastante más larga; además, otro signo distintivo en el bonito son las
rayas oblicuas de color oscuro a ambos lados de la zona dorsal.
Es un pez de aguas no muy frías, que vive a unos 100 m de profundidad y
nada formando grandes bancos que se acercan a la costa sólo en primavera. La temporada del bonito comprende pues, los meses de
verano, principalmente mayo, junio e incluso octubre, este período se denomina
“costera del bonito”.
El bonito es uno de los principales
representantes del grupo de los pescados azules y, como tal, su
contenido graso es elevado. No obstante, es un perfil lipídico muy aconsejable, rico en ácidos grasos omega 3.
Los ácidos grasos omega 3 y 6 influyen sobre los procesos
inflamatorios del cuerpo, siendo las responsables (entre otros) de
dichos procesos las prostaglandinas (PGE1 y PGE2).
Los ácidos grasos omega 3 influyen
sobre las PGE1 disminuyendo la inflamación, haciendo la sangre más fluida y reduciendo así la
formación de coágulos y trombos, además de disminuir los niveles de colesterol y triglicéridos en
sangre. Podemos deducir entonces que previene de enfermedades cardiovasculares.
Con
respecto a la parte proteica, el bonito es, junto con el resto de pescados, una buena fuente de proteínas de alto valor biológico.
Entre
las vitaminas, tenemos las del grupo B, vitaminas fundamentales para la mayoría de
funciones del organismo desde el aprovechamiento de nutrientes hasta procesos
tan importantes como es la síntesis de material genético. Destaca la vitamina B2, característica en pescados
azules, y cierta cantidad de B9, aunque no tan relevante
existiendo otros alimentos ricos en estos nutrientes tales como el hígado,
levadura de cerveza, cereales integrales, legumbres o verduras de hoja verde.
Podemos destacar en el bonito un contenido sobresaliente de vitaminas B3 y B12, esta última en
cantidad superior a muchos pescados y carnes.
Como
hemos dicho anteriormente, el bonito es un pescado graso contando a su vez con vitaminas de tipo liposoluble, como la A y la D ejerciendo las funciones de
mantenimiento de mucosas, resistencia ante infecciones o formación de enzimas y
hormonas en el caso de la vitamina A; y fijación del calcio en el caso de la
vitamina D.
En relación con los
minerales, posee cantidades interesantes de selenio y fósforo
predominantemente,
aunque
también es apreciable el contenido de potasio, magnesio y hierro, además de
yodo, este último es indispensable para el correcto funcionamiento
de la tiroides. El magnesio está relacionado con el buen funcionamiento del
intestino, el sistema nervioso y muscular, también es importante para la
formación de huesos y dientes así como para mejorar la inmunidad, además posee
un ligero efecto laxante. El hierro es necesario para la generación de
hemoglobina, proteína que transporta el oxígeno desde los pulmones a todas las
células; un déficit de este mineral daría pie a la anemia ferropénica.
No
obstante, no todo son buenas propiedades. El bonito contiene
purinas, que en el organismo se transforman en ácido úrico, por lo que no es
aconsejable en caso de hiperuricemia o gota.
Dicho
esto, pasamos ya a la cocina a preparar nuestro plato. Hoy cocinamos Bonito con pimiento rojo en
salsa de tomate
Ingredientes para 6 personas
- 1 cebolla grande
- 1 lata de pimiento rojo
- Harina
- Ajo
- Aceite de oliva
- Salsa de tomate o tomate frito
- 150ml (un vaso) de vino blanco aprox.
- Sal
- Laurel
- Perejil
Cuando
vayamos a pedir el bonito al pescadero, pedirle que nos lo de troceado.
Ponemos
a calentar una sartén con aceite. Salamos y enharinamos los trozos de pescado,
y los sellamos en el aceite ya caliente. No hay que tenerlos friendo en la
sartén apenas tiempo, no hace falta que se cocinen ya que de esa forma al final
nos quedarían duros, es simplemente darles un golpe de calor. Reservamos.
Cogemos
una cacerola y ponemos a calentar aceite a fuego medio-bajo. Mientras, picamos
muy finamente la cebolla (si tenéis la opción de picadora mejor que lo
utilicéis ya que si no habrá que usar el chino) y el ajo, y los sofreímos en el
aceite. Cuando la cebolla esté transparente y pochada añadimos la salsa de
tomate o tomate frito, yo suelo echar alrededor de 350 gramos, el vino blanco,
perejil picadito al gusto y 1 hoja de laurel. Dejamos que cueza unos 20 minutos
para que la salsa ligue.
Una
vez pasados los 20 minutos, rectificamos el punto de sal, y ya procedemos a
añadir el bonito y el pimiento en tiras, tapamos con una tapa y dejamos el
fuego a media-baja (más baja que media) potencia, durante 10 minutos
aproximadamente para que coja todo el sabor de la salsa y el bonito termine de
hacerse sin que se nos quede duro.
Y
ya podemos disfrutar de este plato.
Realizado por Tamara Valencia Dueñas y Cristina Vallespín Escalada
Fuentes
Muy interesante
ResponderEliminarComparto tu entrada en mi blog www.nutrisaludeportiva.wordpress.com y en https://www.facebook.com/Nutrisaludeportiva
Gracias!!
Gracias por la difusión :)
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