En esta sección no cesamos en nuestro empeño por animar en la educación nutricional
de los más peques. Creemos que es fundamental para su salud y eso queda claro
en cada post que escribimos (o eso esperamos…). Es fundamental que adquieran el
hábito de
tomar 5 comidas al día, puesto que les va a ayudar a llevar una alimentación
variada y equilibrada, además de aportarles toda la energía necesaria para ir
afrontando las distintas etapas del día.
Innumerables veces hemos hablado de ello: del desayuno, esencial para afrontar el día con optimismo y energía; la media mañana, en la que deberían tomar un pequeño tentempié que les proporcionará un pequeño impulso para llegar a la comida sin problemas evitando así los atracones; la comida, que es la segunda comida principal y parón indispensable para recuperar fuerzas; la merienda, muy parecida a la media mañana, y por último, la cena, momento en el que se preparan para el ayuno nocturno.
Quisiera volver a centrarme en esas pausas intermedias, la media mañana que por lo general coincide con el horario escolar y la merienda, que coincide con la salida del colegio.
En estos momentos hay un factor determinante, un elemento cada vez más presentes en los colegios y es… el quiosco. Multitud de colegios disponen de un servicio de este tipo dentro del centro, al que los niños acuden a comprar productos especialmente a media mañana.
¿En qué consisten estos productos?
Por lo general son productos de panadería (bollos, palmeras, napolitanas…), bollería industrial, bolsas de patatas fritas y otros, frutos secos fritos y con sal, etc. Creo que podéis advertir el riesgo que esto conlleva. Ya no sólo está la tentación que supone lo práctico de darles el bollo envasado o el batido de turno, en este caso lo único que hay que hacer es darles un par de monedas (los productos suelen ser bastante asequibles) y ellos mismos cogerán lo que más les apetezca en el momento.
Demos un paso más allá, si el niño no suele desayunar o apenas se toma un vaso de leche rápido antes de salir de casa, es más que probable que llegue al recreo con un hambre voraz y que puede saciarse rápidamente con un superbollo del quiosco; pero tan rápido como sacia, este producto pierde el efecto y la energía a igual velocidad, por lo que a la hora de la comida se dará el atracón, repitiéndose el ciclo un día tras otro.
Todo esto es un caso muy exagerado, pero no deja de ser veraz en muchos casos. Tristemente, siguiendo ese patrón y rutina, finalmente nos encontramos con una sociedad en la que el sobrepeso, la obesidad y el síndrome metabólico aparecen cada vez a edades más tempranas.
Ante esto, ¿no sería necesario prevenir? ¿No podríamos ayudar a la correcta alimentación de los más peques ideando la formación de un quiosco con productos sanos sin dejar de ser llamativo? Con alimento sano no necesariamente me estoy refiriendo a esa pieza de fruta (que por cierto, debería ser ofertada de igual manera), sino que ¿dónde quedan los bocadillos de jamón que nos daban nuestros padres, y a ellos sus padres? Un bocadillo puede ser perfectamente saludable si sabemos qué ingredientes incluir, y sobre todo, adecuando el tamaño del bocadillo a la actividad física del niño. No olvidemos que la actividad física es otro de los factores importantes en la prevención de la obesidad, los niños necesitan moverse, correr y gastar toda esa energía de la que disponen.
Debemos tener en cuenta que las posibilidades a la hora de la media mañana y merienda son múltiples, existe un mundo más allá de la bollería industrial, los fritos y los salados. Creo que debemos empezar a pensar y valorar “¿Educamos u optamos por lo cómodo y lo fácil?”
Yo lo tengo claro, ¿y tú?
Hasta el próximo post. ¡Un saludo!
Realizado por Tamara Valencia Dueñas
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