¡Buenos días a todos! La receta de hoy tiene como
ingrediente principal el brócoli y por ello, hoy vamos a dedicarle el post a
este alimento. ¿Comenzamos?
El brócoli, o también conocido como brécol, es
una planta de la familia de las Crucíferas, en la que se incluyen
más de 300 géneros. En este caso, se trata del género
Brassica al que también pertenecen (como se explicó en el post
dedicado a la coliflor) la col, la coliflor,
la lombarda,
el repollo, etc. Esta planta posee
abundantes cabezas florales de un color verde y carnosas, dispuestas en forma
de árbol, sobre ramas que nacen de un grueso tallo comestible.
Parece ser que su procedencia está ubicada en el
Mediterráneo oriental (Líbano, Siria, Anatolia), los romanos también cultivaban
y consumían esta planta y es muy popular en Italia. Sin embargo, su producción
y consumo se ha visto incrementado de manera más general apenas hace 20 años.
El brócoli es una planta que se desarrolla durante las
estaciones de invierno y primavera, siendo ésta la mejor época para consumirlo,
aunque actualmente es cierto que se dispone de este alimento durante todo el
año.
Podemos encontrar dos tipos:
- Calabrese: es el tipo más común, con cabezas anchas y carnosas, de un color verde o púrpura.
- Romanesco: son más parecidos en forma y sabor a la coliflor aunque de color verde amarillento, presentan unas cabezas apiñadas y hemisféricas formadas por muchos puntos cónicos ordenados.
Ahora pasemos a las propiedades nutritivas. El brécol
tiene una gran importancia desde el punto de vista nutricional, de hecho ha sido calificado como la hortaliza de mayor valor
nutritivo por unidad de peso de producto comestible. Es fuente de hierro,
vitaminas A y C, y compuestos azufrados que aunque son los causantes del olor
tan característico de este alimento al cocerlos, también confieren al brócoli
propiedades antimicrobianas e insecticidas. Además, tiene una elevada cantidad
de fibra y ácido fólico.
Teniendo
en cuenta al grupo al que pertenece, podemos decir que el componente
mayoritario es el agua, conteniendo un valor calórico muy bajo. De macronutrientes
no voy a hablar, puesto que su mayor importancia reside en la variedad y cantidad
vitamínica y mineral.
Empezaremos
con las vitaminas. Como he mencionado previamente, el brócoli es fuente de vitamina C, hasta el punto de que
una ración de 200 gramos de brócoli aporta casi el doble de las recomendaciones
diarias para esta vitamina. Esta vitamina le confiere propiedades
antioxidantes (junto con la vitamina A) y colabora, recordemos, en la formación
de colágeno, huesos y dientes, glóbulos rojos e interviene reforzando el
sistema inmunológico. También, favorece la absorción de ciertos nutrientes como
pueden ser el hierro, ácido fólico y algunos aminoácidos.
Además de
vitamina C, encontramos una cantidad importante de ácido fólico
(aproximadamente una ración de 200 gramos puede aportar la cuarta parte de las
ingestas recomendadas), muy interesante sobre todo para embarazadas.
El por qué lo podéis leer en
este otro post. Asimismo, contiene
vitamina B1 y vitamina
E, niacina y una buena fuente de provitamina A o betacaroteno. El
betacaroteno es un pigmento natural que confiere el color
amarillo-anaranjado-rojizo a los vegetales y que el organismo transforma en
vitamina A cuando lo necesita. En el brócoli se encuentra enmascarado todos lo
vemos de un color verde no naranja, y esto se debe a que es más abundante la
cantidad de clorofila, pigmento que da el color verde. De la vitamina A destacar su contribución al
mantenimiento de los tejidos corporales y el sistema inmune, así como para el
correcto desarrollo del sistema nervioso pero también participa en la elaboración de enzimas en el hígado y de
hormonas sexuales y suprarrenales.
Pasando
a los minerales, en los últimos años se han
encontrado elementos fitoquímicos que
parece ser están relacionados con la prevención de algunos tipos de cáncer así
como de otras enfermedades.
Sobresale la cantidad
en potasio que entre otras funciones interviene en la
generación y transmisión del impulso nervioso. También cuenta con cantidades
significativas de calcio, zinc, yodo, magnesio y hierro.
Todos estos nutrientes
hacen que el brócoli tenga estupendas propiedades que son beneficiosas sobre la
salud, al prevenir ciertas patologías por su efecto antioxidante, por sus
compuestos fitoquímicos y por el contenido de fibra. También, contiene un
flavonoide que actúa como antiinflamatorio. Por su contenido en agua y escaso
valor calórico, es un alimento a tener en cuenta en regímenes de
adelgazamiento. Es, por otra parte, un alimento diurético y laxante.
A pesar de todos estos
beneficios, hay que tener en cuenta que para
ciertas personas puede tener efectos indeseados. Así, la fibra y los compuestos
azufrados pueden producir flatulencias en quienes sufren de
trastornos digestivos. Para reducir las flatulencias se puede intentar cocer con comino o
hinojo. Del mismo modo, estos compuestos azufrados pueden
irritar el tejido renal, por lo que personas con problemas renales deberían abstenerse de
consumirlas, sobre todo en crudo. Por último, las crucíferas
contienen compuestos bociógenos que bloquean la absorción y utilización del yodo, con lo que frenan
la actividad del tiroides; así que personas con hipotiroidismo deberían también
evitar el consumo en crudo.
Antes de entrar en la
cocina unos pequeños consejos sobre el cocinado del brócoli:
- Antes de cocinar el brócoli, lo ideal es lavarlo bajo el chorro de agua en vez de sumergirlo, así evitamos perder nutrientes.
- La mejor forma de conservar sus cualidades es cocerlo a bajas temperaturas como pasa en el cocinado al vapor, o a tiempos cortos como puede ser un hervido durante tres o cuatro minutos.
- Sabremos si está bien cocinado si es de color verde brillante y esta "al dente".
- Con el cocinado al vapor o con una mínima cantidad de agua se reduce de forma considerable la pérdida de sustancias nutritivas.
- Los tallos verdes de esta verdura se pueden preparar del mismo modo que los espárragos, aliñados con una salsa vinagreta o un poco de mayonesa al igual que se pueden emplear para la elaboración de diversas sopas y purés.
- Si se cocina demasiado tiempo soltará un olor fuerte, el color adquirido será verde oscuro y nutricionalmente habrá perdido vitaminas, especialmente la C, y parte de sus minerales se habrán diluido en el agua de cocción, por lo que convendría aprovechar el caldo y tomarlo tal cual o usarlo en la elaboración de otros platos.
- 500 gr. brócoli
- 3 patatas
- 200 gr. de queso gorgonzola
- 450 ml de nata ligera para cocinar
- Sal
- Pimienta negra
Comenzamos limpiando y lavando la patata y
el brócoli. Cortamos la patata en 4 trozos y dividimos el brócoli en ramilletes
pequeños. Lo ponemos en una olla para cocinarlo al vapor, echando un poco de
sal por encima, y dejamos cocer durante 20 minutos.
Para la elaboración de la salsa ponemos un
cazo a fuego medio y añadimos el queso en trocitos. Dejamos que se derrita sin
dejar de remover.
Cuando ya esté casi derretido por
completo, vamos añadiendo la nata líquida mezclando bien para que se disuelva
el queso. Añadimos un poco de pimienta negra molida y un poco de sal. Si
dejamos templar, la salsa quedará más espesa.
Ya solo queda emplatar y… ¡listo para
comer!
Realizado por Cristina
Vallespín Escalada y Tamara Valencia Dueñas
Fuentes
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