¡Buenos días! Empezamos la semana con la sección de “nutrición en las diferentes etapas de la
vida”, este mes hablando de la mujer embarazada diabética.
Para comenzar, primero hay que diferenciar los 3 casos que podemos
encontrar: las mujeres que antes de la gestación tienen diabetes tipo I, las que tienen tipo II, y las mujeres que no tienen diabetes
pero que a lo largo del embarazo la desarrollan (diabetes gestacional).
Buscando en
internet, y leyendo preguntas y dudas que tienen las futuras madres, he visto
que a
las mujeres diabéticas les preocupa que su condición sea limitante a la hora de
poder quedarse embarazada. Pues bien, la respuesta es no, la diabetes no
dificulta las opciones de embarazo; lo único que hace es que, si los niveles de
glucosa no están muy bien controlados, durante el embarazo habrá más
complicaciones.
De este modo llegamos al primer punto importante. Las mujeres diabéticas
que desean quedarse embarazadas deben tenerlo muy bien planificado. Es decir, hay que tener unos buenos niveles de azúcar y hemoglobina
glucosilada, y un control de la glucemia exquisito para evitar las
complicaciones tanto para la madre como para el futuro bebé.
Sin embargo, la glucosa no sólo debe tenerse rigurosamente controlada y
en unos niveles normales antes de la concepción, sino que se debe tener durante
todo el embarazo. ¿A qué se debe esto? Como sabemos, la madre es la que nutre
al gestante durante el embarazo. Si hay un exceso de glucosa en la madre, ésta también pasa al feto lo que provoca por un lado macrosomía,
es decir, todos los órganos del feto y su propio cuerpo van a crecer en exceso,
que provocará a la larga, complicaciones durante el embarazo. Si, además, se llegan a casos de cetoacidosis en
descompensaciones serias de la diabetes, los órganos en desarrollo del feto se
verían comprometidos.
Por otra parte, al igual que cuando las personas diabéticas tienen
hiperglucemias y necesitan eliminar por orina ese exceso de glucosa, el feto
también lo sufre. Debiendo orinar más de lo debido, lo que hace que aumente el
líquido amniótico, que se conoce como hidramnios.
Además, tras
el parto, el páncreas del recién nacido continúa segregando cantidades elevadas
de insulina y al no existir aporte materno de glucosa, muchos bebés desarrollan una
hipoglucemia que requiere de infusión de glucosa, hasta normalizar
los valores y aclimatar al lactante al “nuevo entorno”.
En
resumen, que si antes o durante el embarazo la mujer diabética no
controla su enfermedad debidamente, el bebé seguramente nacerá con problemas
congénitos, más grande de lo normal y probablemente antes de término
y por cesárea; además, habrá más probabilidades de tener un aborto espontáneo. Sin embargo,
los hijos de mujeres diabéticas embarazadas no tienen más riesgo que otros
bebés a ser diabéticos.
Para evitar todas estas complicaciones, lo mejor es que
la mujer se ponga en contacto antes y durante la gestación con el personal
sanitario, que incluye médicos ginecólogos y obstetras, endocrinos,
personal especializado en diabetes y dietistas-nutricionistas, para tener una
asistencia experta e individualizada.
En
cuanto al tratamiento nutricional de la mujer embarazada con diabetes,
que es el tema que nos atañe en este blog, más que nunca es necesaria una asistencia experta e
individualizada por parte de un
nutricionista con experiencia en el campo.
Desde el inicio y a lo largo del embarazo,
se deberá adaptar y modificar el plan alimentario de la mujer en función del
peso, la etapa del embarazo, el ritmo de crecimiento del bebé y,
evidentemente, respetando las preferencias alimentarias de la futura madre.
Se necesita una dieta adecuada para cubrir
las necesidades tanto del feto como de la madre, para que la diabetes no se
descontrole y llegar a cetosis. El mantenimiento de la glucemia
óptima evitando la cetosis es un objetivo importante del tratamiento. Además de la dieta, se deberá administrar correctamente
las dosis de insulina.
Las
recomendaciones y necesidades no varían demasiado con respecto a la mujer embarazada no diabética, simplemente es una dieta con un 10% menos de
carbohidratos. Es decir, se deben tomar un 20% de calorías en forma de proteínas (carnes, pescados,
huevos...), entre el 30-35% de grasas (principalmente
monoinsaturadas y poliinsaturadas) y de un 40 a un 50% de carbohidratos complejos (frutas, verduras,
legumbres, cereales...). Los dulces y azúcares deberían estar muy limitados,
debido a que son los que nos van a dar más problemas con la glucemia.
En
cuanto al ejercicio, se deberá valorar según el caso. En principio, un ejercicio adecuado a las condiciones de
la etapa puede ser beneficioso puesto que el ejercicio ayuda a controlar la
diabetes ya que el cuerpo utiliza la insulina más eficientemente.
Para terminar, me gustaría mencionar la diabetes
gestacional. Se entiende por diabetes
gestacional a la elevación inadecuada de la glucosa que tiene lugar por
primera vez en mujeres no diabéticas durante el embarazo.
Al
igual que en la diabetes preexistente, la diabetes gestacional mal controlada
aumenta el riesgo de macrosomía, aborto repentino y complicaciones durante el
embarazo y parto. Con este tipo de
diabética, hay que cuidar la alimentación principalmente
introduciendo cambios en la dieta (puede ser necesaria una pequeña restricción
calórica) y se debe realizar un ejercicio moderado para mantener el aumento de
peso apropiado. Las recomendaciones alimentarias y dietéticas, como en el
caso de la mujer diabética embarazada, tampoco varían del resto de las
embarazadas.
En cuanto a la insulina, ésta se utiliza sólo
cuando la dieta no consigue corregir los niveles de glucosa.
Con esto me despido hasta el próximo día.
¡Un saludo!
Realizado por Cristina Vallespín
Escalada
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