¡Buenos días! Comenzamos la semana con una nueva dieta milagro. Me he estado informando sobre una dieta que según he ido leyendo documentos basados en sus premisas principales, ha ido aumentando mi grado de estupefacción a medida que iban citando sus “hipótesis”, a cada cual más descabellada. Voy a analizar esta dieta desde mi lógica y en base a lo que he ido estudiando a lo largo de los años que lo mismo está del todo equivocada y en algún momento de mi vida esa lógica cambia y le encuentro sentido; al final cada uno que decida y valore. Hoy voy a hablar de… La dieta del delfín.
Sí, lo he escrito bien, no me he equivocado, no hablo de la dieta de la alcachofa, de la manzana o del limón, no, hablo de la dieta del delfín. Esta dieta se basa en la relación del agua del mar con nuestro organismo así como la vida marina, resulta que vamos a tener que ir a vivir al mar porque allí no existe obesidad. Pero vayamos por partes, del consumo de agua hasta el naufragio en casa, no tiene desperdicio.
“Consuma agua de mar como forma de adelgazamiento y equilibrio corporal.”
Según el autor y los que lo defienden debemos consumir diariamente una cantidad sustancial de agua, pero no vale cualquier tipo de agua, el agua corporal es isotónica y por tanto estamos compuestos de agua de mar, por lo que debemos beber agua de mar. Esto es lo que dicen, veamos lo que a mí me explicaron desde pequeña, con una imagen bastante gráfica:
¿Qué muestra la foto? Es sencillo, es una imagen en la que tenemos 3 células, en una existe un equilibrio perfecto entre la composición del líquido exterior con la del interior por lo que la célula funciona perfectamente y en sintonía. Los otros dos casos muestran un desequilibrio en esa composición líquida y por lo tanto la célula se ve obligada a actuar en consecuencia para lograr la hemostasia, es decir, el equilibrio, y es que esto es lo que nos permite funcionar adecuadamente, este mecanismo tan complejo y preciso que es la homeostasia mediante el cual el cuerpo se autorregula con ayuda de los millones de receptores nerviosos que captan al instante la situación de cada órgano, tejido y célula y actúa para proporcionarle las herramientas necesarias para que lleven a cabo sus funciones, sin fallos.
¿Qué ocurre si la homeostasia falla? Pues un claro ejemplo es lo que se muestra en la foto, si la composición del líquido extracelular varía y contiene una menor cantidad de solutos, la célula va a captar agua del exterior para equilibrar, si la variación es mínima no hay problema sucede muchas veces y no pasa nada pero si la diferencia de composiciones es muy grande la célula va a hincharse como un globo y como tiene un límite, llegados al máximo de capacidad se podría producir lo que se llama “estallido celular”.
Lo contrario ocurre si fuera de la célula hay un exceso de solutos, la célula va a ceder agua al exterior para equilibrar, tanto que puede acabar seca, sin agua, similar a lo que le ocurre a una pasa para que os hagáis una idea.
¿Por qué hablo de homeostasia, de estallido celular y de pasas? Muy sencillo, el agua de mar no es un líquido precisamente equilibrado para nuestro organismo, contiene una cantidad y concentración importante de solutos con lo que, acorde a esto y a lo que la lógica me lleva es que, en un consumo prolongado de agua de mar estaríamos contribuyendo, más que a hidratarnos, a deshidratarnos.
Pero, ¡ay amigo! he aquí el quid del asunto, esta dieta aunque se mueve bajo la premisa del consumo de agua de mar, dicho con letras bien grandes (algo con lo que tendemos a quedarnos y que luego se nos olvida comprobar en la letra pequeña), pero si leemos atentamente aconsejan el consumo de medio o un vaso (según el momento) de agua de mar rebajada en agua seguido de un vaso de agua (sin agua de mar) todo antes de cada comida.
Ya hemos llenado parcialmente el estómago con una cantidad importante de agua por lo que, efectivamente, no vamos a tener tantas ganas de comer después y bajaremos de peso con facilidad gracias al agua de mar.
“Consuma de alimentos alcalinos para controlar el pH.”
Sí, una dieta alcalina para curar la enfermedad bajo la premisa de que nuestro cuerpo posee un pH básico. ¿Perdón? Espera, espera, eso depende de la zona del cuerpo... la piel tiene tendencia ácida, gran parte de las secreciones digestivas son ácidas, así que tenemos un problema, si alcalinizo demasiado lo mismo fallan algunos tejidos, volvemos, como siempre, a la búsqueda del equilibrio.
“Haga de náufrago voluntario, bébase 1 litro de agua del mar al día”
Para respaldar esta dieta afirman que se han hecho multitud de estudios; que sí, que es una dieta que se puede realizar de por vida; que si los delfines viven así ¿por qué no nosotros?, etc. Es posible que haya visto muchas películas pero en todas en las que se daban naufragios los personajes enseguida presentaban síntomas de deshidratación y suerte tenían si entre sus pertenencias hallaban algún aparato o pastillas para cambiar la composición del agua, ya que a pocos se les ocurría beber el agua directamente del mar. Pero bueno, eran películas, en la vida real lo mismo a alguien le toca pasar por un naufragio similar y le encuentran en su tablón a la deriva con hambre pero bien hidratado gracias al agua de mar.
“En el mundo marino no existe la obesidad. Vivamos como los delfines”
En la naturaleza, cada especie posee sus propias características, su propia composición corporal para adaptarse al medio y a sus circunstancias, por lo tanto, efectivamente, no hablamos de que una ballena esté obesa... esa su composición y su adaptación al medio pero, igual que un cerdo o un rinoceronte (ambos animales no acuáticos). La obesidad no existe en la naturaleza en general porque la mayoría de las especies llevan su existencia como sus instintos y su genética les dicta, no suelen darse grandes atracones como celebración, porque estén estresados, porque estén tristes o deprimidos por diferentes motivos.
No, eso lo hacemos nosotros, y la naturaleza sigue su curso, pero nosotros llevamos un rumbo distinto y a veces ambos chocan porque no podemos luchar contra miles de años de evolución y claro, si la naturaleza prevé épocas de hambruna mejor llenar las reservas para aguantar.
Hoy tenemos acceso a una oferta alimentaria nunca vista en generaciones anteriores y una percepción de los cánones de belleza muy radicales, y ahí es donde chocan nuestros caminos porque tropezamos con la misma piedra una y otra vez, “hoy me pongo a dieta, dejo de comer considerablemente (señal de alarma para la genética, posible época de hambruna hay que almacenar) y luego vuelvo a los mismos hábitos”, volvemos al cuerpo loco y encima nos quejamos de por qué cogemos tanto peso, cómo ha aparecido ahí ese michelín que hace unos meses no estaba.
A lo mejor, y esto es una reflexión personal, debemos dejar de querer volver atrás como sugiere no sólo esta dieta, que idealiza una vida marina en la que no duraríamos ni medio segundo puesto que el mar nos acabaría deshidratando; sino otras como aquella que vive la utopía de un regreso a las cavernas a vivir en tiempos prehistóricos viviendo como se puede y comiendo de lo que cada uno recolecta o caza… Hemos seguido un largo recorrido hasta el mundo que hoy vivimos, ¿por qué en vez de mirar hacia atrás y anhelar un pasado que hace mucho quedó atrás, mejor no mirar hacia delante (ojo, sin olvidarnos de lo pasado) y, con lo que ahora tenemos, aprender a vivir? ¿Es posible olvidar las prisas, el estrés, el “lo quiero ahora” y escuchar más a lo que nuestro cuerpo nos pide? Si paramos y prestamos atención no me cabe la menor duda de que el peso no supondría tanto problema así como muchos otros aspectos de la vida, siempre hay una excusa para no hacer las cosas como se debe, ¿ha llegado el momento de dejarse de escusas y lamentaciones y de actuar?
Y mi última reflexión, ¿sabemos distinguir lo que la emoción nos pide de lo que realmente el cuerpo necesita?
Ahí os dejo mis reflexiones, ¿qué opináis vosotros?
Con esto me despido, no os perdáis el post del miércoles :)
Realizado por Tamara Valencia Dueñas
Fuentes
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