¡Buenos días! En plena ola de calor y con el verano a la vuelta de la esquina, el “nutrición para peques” de hoy tiene un título especial… “Este verano los peques hidratados”. Y qué mejor que mantenerse hidratado con el líquido por excelencia, que no es otro que el agua; va a ser la mejor forma de hidratación en los niños y, por supuesto, también en los adultos, pero hoy lo dedicamos a los más pequeños, porque de hidratación ya hemos hablado, pero nunca relacionada con los peques de la casa.
En países como España, con veranos muy calurosos y con altas temperaturas, la deshidratación está a la orden del día, y entre la población más vulnerable encontramos a los niños además de los ancianos.
Los pequeños muchas veces no son conscientes de que tienen sed, ya hemos hablado mucho sobre esto; en la infancia el sentido y desarrollo de la sensación de sed no está bien desarrollado, incluso los niños más mayores, si están entretenidos jugando, la sed pasa desapercibida, por ello corren más riesgo de deshidratarse que los adultos, ya que la sensación de sed aparece cuando nuestro cuerpo ha perdido un 1% de agua, un porcentaje pequeño a simple vista pero que nos indica que ya estamos deshidratados. En este punto empieza nuestra labor, ya que somos nosotros, los adultos, los que debemos estar atentos y proporcionarles en todo momento agua y alimentos que proporcionen la misma.
Entre otras funciones, y como hemos comentado en otros post, el agua colabora en el transporte de nutrientes del cuerpo y en la eliminación de los desechos por la orina, las heces, y el sudor; regula la temperatura corporal por el mecanismo termorregulador al sudar; mejora la salud y el estado de la piel; mantiene lubricadas las articulaciones, tendones y mucosas, lo que les previene de dolores articulares y musculares y de afecciones respiratorias.
Además, la mala hidratación nos puede provocar estreñimiento, vómitos o diarrea, siendo estos dos últimos los principales síntomas de deshidratación en bebés y niños. A parte de éstos, también puede alertarnos de que sufren deshidratación síntomas como:
- Llanto sin lágrimas.
- Piel, lengua y boca secas y agrietadas.
- Ojos hundidos.
- Piel grisácea.
- Disminución de la orina, color amarillo y olor intenso de la misma.
- Debilidad en general (se muestran menos activos de lo habitual).
- Deposiciones duras.
- Hundimiento de las fontanelas en bebés.
Para evitar la deshidratación es importante tomar alimentos ricos en agua. Como siempre os recordamos, el agua debe ser la bebida de elección por excelencia, pero hay otras bebidas y alimentos que también deben tenerse en cuenta por su aporte de vitaminas, minerales y agua, esenciales para evitar la deshidratación.
Los refrescos y los zumos envasados no deben tomarse o beber como sustitutos del agua y debemos alejarnos en cierta medida de ellos por su alto contenido en azúcar, lo mejor son los zumos naturales de frutas de temporada (sandía, naranja, melón, piña…), polos caseros, granizados y licuados de vegetales (zanahoria…), todos ellos perfectos para evitar la deshidratación.
Los lácteos también nos ayudan a combatir la deshidratación ya que tienen un gran porcentaje de agua, y gracias a ellos podemos preparar ricos batidos usando leche o helado y frutas. Sin olvidarnos de las gelatinas, como postre son una opción para los que les cuesta beber agua.
Las verduras y hortalizas en forma de ensaladas, verduras cocidas… están llenas de agua, vitaminas, minerales y fibra, y como siempre nos dicen en las recomendaciones generales, deben estar presentes en cada comida. En este tiempo las podemos hacer en forma de sopas o cremas frías; el mejor ejemplo es el gazpacho, cargado de vitaminas, minerales y sobre todo agua.
Eso sí, tenemos que tener especial cuidado con los alimentos ricos en sal, ya que el sodio hará que nos deshidratemos y necesitemos más agua.
En el caso de los bebés menores de 6 meses, no se recomienda la toma de agua. El mejor líquido para hidratarse es la lactancia materna, con el calor pueden aumentar las tomas y se puede ofrecer más veces el pecho. En cambio, en el caso de que los bebés tomen leches de fórmula, se puede dar un poco de agua de mineralización débil, pero siempre teniendo en cuenta que este agua no sustituya una toma.
A partir de los 6 meses, con la diversificación alimentaria, los más pequeños ya pueden tomar agua, ofreciéndoles y ellos tomarán la cantidad que necesiten.
Así que ya sabemos y no hay excusas, ¡¡Este verano los peques hidratados!!
Con esto me despido, ¡ser felices!
Realizado por Jorge Ibarra Morato
Fuentes
Conocimientos adquiridos durante la Diplomatura de Nutrición Humana y Dietética.
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