¡Buenos
días a todos! Arrancamos la semana con nuestra sección “Dietas y productos
milagro”. Hoy no vamos a hablar de una dieta o producto, más bien quiero hablar
de algún mito alimentario que existe, que a fin de cuentas, también sirven para
dar vida a muchas de estas dietas ya que juegan con el desconcierto de la
población.
Hace
ya tiempo que hablamos de algunos mitos, cuando participamos en el II
Carnaval de la nutrición, veamos algunos otros hoy.
Los productos integrales tienen menos calorías y por eso son más
sanos
A
decir verdad, los productos integrales y los refinados tienen aproximadamente
las mismas calorías, incluso en ocasiones es posible que los integrales tengan
más calorías.
Realmente,
la diferencia entre un producto integral de uno que no lo es reside en su
cantidad de fibra. Aunque como decía, esto tampoco quiere decir que sean más o
menos sanos. Para saber si el producto que estamos comprando es más sano que
otro, deberemos leer bien el etiquetado nutricional para valorar no solo su
aporte calórico, sino también el tipo y cantidad de grasas que nos aporta, así
como la cantidad de azúcares.
No
os dejéis llevar por la publicidad del producto y por el bombardeo de que
debemos comer siempre productos integrales (que en el caso de las pastas, arroz
y el pan de barra es cierto) y valorar el producto que realmente estáis
comprando.
Los productos light no engordan
Completamente
falso. Lo único que no engorda es el agua porque tiene 0 Kcal, el resto de
alimentos y productos engordan (en mayor o menor medida); sin embargo, quiero
hacer una pequeña reflexión, no debemos obsesionarnos con si algo engorda o no,
hay que empezar a cambiar este pensamiento por: “esto que voy a comprar o
comer, ¿es sano? ¿Realmente me beneficia?”. Engordar o no, va a depender de la
diferencia que se obtiene entre ingesta/gasto que tengamos.
Pero
continuemos con los productos light. Se define al producto light como aquel al
que se le ha disminuido un 30% el contenido calórico, con respecto del alimento
original. Esto no quiere decir que la versión light no tenga un valor calórico
alto. El problema de estos alimentos es que, debido a que se ha disminuido el
valor calórico, tendemos a tomar más ración del alimento porque “total, como
tiene menos calorías puedo comer más...”.
Retomando
mi reflexión anterior. Debemos preguntarnos a la hora de comprar un producto
light, ¿merece la pena comprarlo o podemos disminuir el aporte calórico de
nuestra dieta sin necesidad de recurrir a este producto? Y por supuesto,
valorar, mirando los ingredientes que tiene y el etiquetado nutricional, si es
más o menos saludable que el producto original, es decir, comparar ambos
productos y seleccionas el más saludable y no el que aporte menos calorías.
El plátano engorda
Sin
comentarios. Este es un ejemplo de por qué se debe saber interpretar las tablas
de composición de alimentos.
Dichas
tablas nos indican la cantidad de calorías, agua y los distintos nutrientes por
100 gramos de alimento. Sin embargo, aquí tenemos que jugar con las raciones de
consumo. Aunque un alimento tenga más cantidad de calorías o de nutrientes que
otro de su misma familia, ¿exactamente qué cantidad de ese alimento ingerimos con
respecto al otro?
Vamos
a explicarlo con un ejemplo gráfico.
Una
naranja tiene 42 Kcal por 100 gramos, mientras que el plátano tiene 94. Ahora
bien, ¿cuánto suele pesar una naranja de media? ¿y un plátano? Pues bien, la
naranja suele pesar unos 200-250 gramos, mientras que los plátanos una media de
80-90. Por lo tanto, aplicando una regla de tres, obtenemos que por ración de
consumo, una naranja nos aporta entre 84-100 Kcal y el plátano 75,2-84,6 Kcal.
Os dejo sacar conclusiones.
Dentro
de una alimentación equilibrada debemos incluir todos los tipos de frutas (en este
caso particular) sin abusar de ninguna en concreto.
Es
muy común este pensamiento, supongo que por su textura. Sin embargo, es todo lo
contrario.
Antes
de hornear, el pan es lo mismo por dentro que por fuera, provienen de la misma
masa pero una vez horneado, la miga del pan es diferente de la corteza porque
mantiene parte del agua de constitución es decir, que por efecto del calor, la
parte más expuesta al calor, se deseca y se tuesta mientras que el interior
sigue manteniendo su agua. Por esta razón, a igualdad de peso (y es muy
importante esta parte) la miga tiene menos calorías que la corteza.
Salvo
por alguna diferencia vitamínica que se produce por efecto del calor, la miga
del pan y la corteza tienen los mismos nutrientes.
No puedo tomar huevo porque tengo colesterol alto
Falso.
Tal y como os contamos en el post que dedicamos a hablar de la valoración
nutricional del huevo, lo que en realidad incide en los niveles de
colesterol en sangre es el balance entre las grasas insaturadas-saturadas, y no
tanto la ingesta de colesterol.
Varios
estudios científicos han determinado que los responsables del aumento del
colesterol en sangre son las grasas saturadas, principalmente las que se
conocen como ácidos grasos trans y no el colesterol per
se presente
en los alimentos. Además, no sólo tenemos que tener en cuenta el colesterol que
ingerimos con la dieta, ¿qué hay del colesterol que produce nuestro cuerpo
endógenamente?
Es
cierto que el huevo tiene colesterol, pero... la grasa que nos aporta es ¡grasa
insaturada!, la cual aumenta el colesterol HDL (comúnmente conocido como
“bueno”). Asimismo, contiene una sustancia llamada lecitina que capta el
colesterol a nivel intestinal y evita su absorción a nivel arterial.
Y
con este último mito termino el post. No os dejéis engañar en estos temas y
recurrir a fuentes fiables de información. Un saludo y ¡feliz comienzo de
semana!
Realizado por Cristina Vallespín Escalada
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