¡Buenos
días! Terminamos la semana con una receta muy tradicional, pero primero
hablaremos de la responsable de su sabor, la vainilla.
La
vainilla es el fruto de una orquídea americana
salvaje del mismo nombre "Vanilla
Planifolia", cuya altura puede alcanzar los 15 metros y que
se encuentra en zonas de clima cálido y húmedo. Esta orquídea tiene unas flores
amarillentas de las que nace un fruto similar a las vainas de judías, uno de los aromatizantes más potentes y apreciados de la
gastronomía universal.
Existen
más de 30 variedades de vainilla, pero por su mayor contenido en vainillina y
guaiacol la especie de la que hablamos es la más utilizada.
Es
una planta que no se suele utilizar en grandes cantidades, por lo que su uso se destina a aromatizar preparados. En
su composición encontramos una gran cantidad de hidratos de carbono y en menor
medida, grasas, proteínas y fibra.
Pero
no destaca por sus macronutrientes sino otros
elementos no nutricionales como el aceite esencial, siendo el principal la vainillina responsable de su aroma; y otros ácidos orgánicos y alcoholes.
A
nivel terapéutico se ha utilizado como tranquilizante, relajante y antidepresivo para tratar la ansiedad. También es analgésica por su contenido en cumarinas, eugenol y ácido salicílico, lo que también la convierte
en una planta con propiedades febrífugas.
Es
también digestiva ya que estimula las funciones del
aparato digestivo, la producción de bilis, y tiene un ligero efecto laxante.
En
la cocina se utiliza en distintas formas, ya sea como el uso directo de la
vaina para aromatizar, mantequilla de vainilla preparada con vainilla y azúcar,
extracto de vainilla para aromatizar sin necesidad de hervir como ocurre con la
vaina de vainilla, azúcar avainillado que suele ser un preparado más industrial. Algunos
tés se preparan con vainilla especialmente aquellos destinados a tener un
efecto relajante, incluso el café se puede moler con vainilla para darle un
sabor y aroma diferentes.
A
nivel industrial el uso de la vainilla natural prácticamente ha desaparecido,
la vainillina se obtiene de forma artificial y se destina a aromatizar
refrescos, helados y chocolates, entre otros productos.
Ya
conocemos las propiedades de la vainilla, ahora pasamos a la cocina a preparar
unas ricas Natillas
Ingredientes
- ½ litro de leche
- 1 cucharada de harina de maíz
- 4 cucharadas de azúcar
- Cáscara de limón
- 1 vaina de vainilla
- Canela en rama
- Canela en polvo
- Galleta tipo María (opcional)
Lo
primero que vamos a hacer es preparar los ingredientes con los que vamos a
aromatizar la leche.
Lavamos
muy bien el limón y rallamos su piel finamente evitando la parte blanca para
que no aporte amargor a la preparación. Abrimos la vaina de vainilla con
un cuchillo bien afilado, teniendo cuidado de no cortarnos, y sacamos las
semillas del interior, unas pequeñas bolas de color negro, que reservaremos
para añadir más tarde a la leche.
Del
½ litro de leche, separamos un vaso y reservamos. Calentamos el resto de la
leche en un cazo hasta el punto de ebullición, en este momento, bajamos la
temperatura, retiramos del fuego, añadimos el extracto de vainilla, la
piel del limón y la rama de canela y dejamos en reposo aproximadamente 10
minutos, para aromatizar la leche.
Mientras
la leche coge el sabor de las especias, con el vaso de leche reservado, lo
calentamos un poco para que esté tibio y añadimos la harina de maíz, removemos
bien hasta que no queden grumos y reservamos.
Separamos
las yemas de las claras, ponemos las yemas en un bol y batimos con el
azúcar hasta que espumee, es decir batimos hasta punto de cinta. Cuando veamos
que la mezcla está lista, añadimos el vaso de leche con la harina de maíz y
volvemos a batir hasta que no queden.
Colamos
la leche infusionada para quitar los restos del limón, la vainilla y la canela,
y la volvemos a añadir al cazo, calentamos a fuego bajo y añadimos la crema que
hemos preparado con las yemas, incorporándola poco a poco y mezclando con unas
varillas, sin parar de remover para evitar que se queme o que se pegue al cazo.
Removemos hasta que espese y quede una masa homogénea y sin grumos.
Por
último, sólo queda elegir un cuenco para servirlas, ponemos una galleta tipo
maría, opcional claro está, y echamos canela en polvo por encima. Metemos a la
nevera y servimos bien frías.
Esperamos
que disfrutéis de este postre tan rico y tradicional. Aunque lo hagamos de
manera casera, no es un postre del que debamos abusar. ¡Feliz fin de semana!
Realizado por Tamara Valencia Dueñas y Jorge Ibarra Morato
Fuentes
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