Batido de mango y mandarina

Escrito por nutriciónalas6 el viernes, 28 de febrero de 2014 | 6:00:00

¡Buenos días a todos! Último día del mes y, por tanto, última receta del mes. ¿De qué vamos a hablar hoy? La receta la descubriremos más adelante, ahora empecemos por uno de sus ingredientes que es la mandarina.
La mandarina es el fruto del mandarino, árbol de la familia de las rutáceas muy similar al naranjo, aunque de menor tamaño y más delicado. Estos frutos, llamados hespérides, tienen la peculiaridad de que su pulpa está formada por numerosas vesículas llenas de jugo, tal y como contábamos del pomelo. La mandarina se considera como el cítrico más afín a la naranja, aunque su pequeño tamaño, su sabor más aromático y la facilidad con la que se quita su piel, pueden hacer de esta fruta una de las más apreciadas. Tiene un sabor dulce, ligeramente acidulado, que resulta jugosa y refrescante.
El origen de esta fruta parece provenir de las zonas más tropicales de Asia ya que su nombre se debe al color de las togas de los gobernantes de la antigua China. Desde allí se extendió a gran parte del sureste asiático hasta llegar a Occidente, donde se cultiva desde el siglo XIX. En la actualidad, Japón, Israel, Argelia y, por supuesto España, son los países más productores.
Son muchas las variedades que encontramos de esta fruta, que se pueden englobar dentro de 4 grandes grupos:
  • Clementinas: de color naranja intenso, muy buen sabor, fáciles de pelar y con forma esférica aplanada, suelen carecer de semillas y se consideran un cruce entre la mandarina y una naranja silvestre de Argelia. Su recolección se realiza entre noviembre y enero.
  • Clementillas: de color naranja rojizo y un tamaño mayor que las anteriores, contienen una gran cantidad de zumo.
  • Híbridos: de igual color que la anterior, es una fruta que también tiene gran cantidad de zumo y contiene abundantes azúcares y ácidos orgánicos. Su corteza, sin embargo, está muy adherida a la pulpa.
  • Satsuma: originaria de Japón y de distinguido aroma, son frutas de color amarillo anaranjado y de buen tamaño. La corteza es gruesa y rugosa y de forma achatada, su pulpa de menor calidad gustativa. Su recolección puede comenzar a mediados de septiembre.
Podemos encontrarlas en el mercado desde septiembre hasta principios de marzo. Su periodo de maduración es bastante amplio, dada la gran cantidad de variedades cultivadas.
La mandarina es fuente de potasio, vitamina C, provitamina A, ácidos orgánicos y flavonoides.
El componente mayoritario de las mandarinas es el agua, al igual que todas las frutas. Sin embargo, comparándola con otras frutas de su mismo género, aporta menos cantidad de azúcares y, por lo tanto, tiene un menor contenido calórico.
La cantidad de fibra es bastante apreciable, lo que beneficia al tránsito gastrointestinal, encontrándose sobre todo en la parte blanca entre la pulpa y la corteza.
En cuanto a su contenido en vitaminas, sobresale la vitamina C (aunque en menor cantidad que en la naranja), el ácido fólico, la provitamina A (más abundante que en cualquier otro cítrico) y la criptoxantina (caroteno que además de transformarse en vitamina A tiene una propiedad antioxidante, por lo que se le atribuye una acción preventiva frente al cáncer y enfermedades cardiovasculares). La provitamina A, como hemos explicado en otras ocasiones, se transforma en vitamina A en nuestro organismo a medida que lo necesitamos. Esta vitamina es muy importante para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el correcto funcionamiento del sistema inmune. La vitamina C por su parte, interviene en la formación de colágeno, huesos, dientes y glóbulos rojos. Además, favorece la absorción de hierro de los alimentos, lo que beneficia a personas que padecen de anemia, y mejora la resistencia a las infecciones (de ahí que se diga que los cítricos, en especial la mandarina y naranja, son buenos para prevenir los resfriados).
El ácido fólico, recordando del post en el que hablábamos de esta vitamina, interviene en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis del material genético y la formación de anticuerpos del sistema inmunológico.
De su contenido en minerales y ácidos orgánicos, destacan el ácido cítrico y málico, el potasio y magnesio. El ácido cítrico, entre otras cosas, posee una acción desinfectante y potencia la acción de la vitamina C, además de alcalinizar la orina. El potasio por su parte, interviene en mantener la homeostasis de agua en la célula y es necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y la actividad muscular normal.
Y aunque en menor proporción, no debemos olvidarnos de ciertas vitaminas del grupo B y del calcio que, además, es de peor aprovechamiento que en otros alimentos.
Para los deportistas, por su contenido en potasio, vitamina C, carotenoides y otros nutrientes, constituye una buena alternativa para reponer los minerales y el líquido perdidos después de la actividad física, y para minimizar el riesgo de lesiones. Su zumo mezclado con agua, bicarbonato y azúcar hace las funciones de una bebida rehidratante durante la competición en deportes que duren más de 90 minutos.
El elevado contenido en agua, potasio y ácido cítrico, convierten a las mandarinas en frutas con efecto diurético, beneficioso en caso de hiperuricemia o gota y litiasis renal ya que favorece la eliminación de ácido úrico y sus sales.
Después de conocer un poco más a esta rica fruta, pasemos a la cocina, hoy preparamos… Batido de mango y mandarina
Ingredientes
  • 1 mango
  • 4 mandarinas
  • 1 taza de leche
  • 1 yogur
  • Jengibre en polvo
  • Cardamomo en polvo
  • Miel
Preparación
Comenzamos pelando el mango, troceándolo en un bol y reservamos. Pelamos las mandarinas y las licuamos, de este modo no encontraremos tantas fibrillas en el batido. No obstante se puede proceder del mismo modo que el mango y trocear en el mismo bol, si licuamos verter el zumo en el bol del mango.
Con una batidora, vamos triturando la fruta hasta tener un “puré” líquido sin trocitos visibles.
Añadimos el yogur y la taza de leche, batimos bien y posteriormente incorporamos algo menos de una cucharilla de café de jengibre y del mismo modo añadimos el cardamomo.
Llegamos a un punto que ya depende de cada uno el endulzar añadiendo más o menos miel, o no añadir nada más. Yo para la receta utilizo media cucharadita de miel.
Listo para servir y disfrutar de este rico batido.
Con esto nos despedimos, feliz fin de semana.
Realizado por Cristina Vallespín Escalada y Tamara Valencia Dueñas
Fuentes

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