¡Buenos días! Terminamos con una receta muy especial,
pero antes de saber cuál es la receta y por qué es tan especial, voy a hablar
un poco de uno de sus ingredientes, la avellana.
La avellana (Corylus avellana L.) es una nuez
comestible, fruto del avellano común perteneciente a la familia de las
betuláceas.
De origen asiático, se expandió a Europa. Como curiosidad, según la tradición irlandesa, son
el símbolo de la sabiduría, y transmiten esta propiedad a las personas que las
consumen.También los buscadores de agua o de metales solían utilizar una rama
de este árbol para que les guiase en su búsqueda.
Es un fruto
estacional, se recolecta en otoño;
como la mayoría de frutos secos, tras su recolecta, se secan y se guardan para
ir consumiéndose a lo largo del resto del año.
Es un fruto seco y
por tanto presenta un bajo contenido en
agua y alto en grasas,
también es rico en proteínas y no tiene colesterol.
La proteína es de
buena calidad, destacando su composición en el aminoácido L-arginina, el cual ayuda en la prevención de
lesiones en las arterias y formación de coágulos de sangre.
Contiene fibra que
regula el peristaltismo intestinal,
ayudando así contra el estreñimiento y protegiendo la pared intestinal del
colon.
Respecto a la grasa,
destaca su composición en ácidos grasos
monoinsaturados, ricas en ácido oleico, aportando grandes beneficios
para el corazón y la salud en general, reducen los
niveles de colesterol LDL, y
aumentando el colesterol HDL, además de reducir los triglicéridos plasmáticos.
Respecto al aporte
vitamínico, al ser un alimento graso destaca la presencia de vitamina E, siendo el fruto seco con mayor
contenido después de las almendras y pipas de girasol, ayudando así a que esta
grasa no se oxide ni se enrancie, dando lugar a un mal sabor del alimento. La
vitamina E, por tanto, tiene un gran poder antioxidante con efecto preventivo
sobre a las enfermedades cardiovasculares y neutralizando los radicales libres
evitando así el envejecimiento prematuro. Además, contiene ácido fólico, recomendable para las mujeres
embarazadas ya que previene las malformaciones fetales.
Las avellanas son una buena fuente de minerales, aportan cantidades importantes
de fósforo y magnesio, también destaca su contenido
en hierro y calcio y en menor medida potasio y zinc. Por su buena
relación calcio/fósforo, en etapas como la adolescencia se podría
usar la bebida de avellana como alimento recomendable para el desarrollo, ya
que ambos nutrientes juegan un papel esencial en la formación y remodelación
del hueso; también es recomendable en personas de edad avanzada, donde una
dieta rica en calcio constituye una medida importante de prevención contra el
desarrollo de la osteoporosis. Para aquellos que prefieren o, por circunstancias
patológicas (intolerancia a la lactosa, alergia a la proteína de la leche),
deben retirar la leche de vaca de su alimentación podría ser un buen sustituto,
asegurando un aporte de calcio aceptable.
Es uno de los pocos frutos secos que no se suelen comer salados, por lo tanto son
un buen recurso como aperitivo ya que aportan menos
sodio y son más compatibles
con las dietas restringidas en este mineral.
Es un alimento muy nutritivo pero también muy energético por lo que su consumo debe ser moderado.
¿Por qué decíamos que esta receta es especial? Pues
porque el próximo día 12 es nuestro 3er cumpleaños, por lo que
hoy vamos a preparar una receta para ocasiones especiales. Como seguimos un
poco viajeros, en esta ocasión viajamos hasta Alemania para preparar unos... Nussecken
Ingredientes
- 2 huevos
- 200 gr de avellanas molidas
- 330 gr de azúcar
- 1 sobre de levadura
- 130 ml de aceite
- 200 gr de mantequilla
- 4 cucharadas de mermelada de albaricoque
- 4 cucharadas soperas de agua
- Esencia de vainilla
- 50-75 gr. de chocolate fondant
Precalentamos el horno a 175oC, sacando la
bandeja.
Mezclamos el aceite con 130 gramos de azúcar, los
huevos la harina tamizada y la levadura. Removemos bien para obtener una mezcla homogénea y cuando veamos que con la cuchara no
podemos seguir mezclando habrá llegado el momento de meter las manos en la masa
y comenzar a formar una bola. Esto requiere su tiempo, no desesperéis y
continuar amasando, aunque no veáis un final, continuad hasta obtener una bola
que no se pegue a las manos ni a la encimera.
Cuando hayamos conseguido esta bola, formamos un
rectángulo ayudándonos de un rodillo. Cogemos la bandeja para horno, colocamos
sobre ella un papel vegetal y extendemos nuestro rectángulo. Otra opción más
sencilla es poner la masa encima del papel vegetal y estirarla en la misma
bandeja.
Por otra parte, en un cazo calentamos la mantequilla
con la esencia de vainilla y el azúcar restante, es decir, unos 200 gramos.
Removemos hasta que el azúcar se deshaga completamente, momento en el cual
deberemos incorporar las avellanas y el agua. Es posible que no necesitemos utilizar
toda el agua, tiene que quedar una mezcla líquida pero no demasiado, podría
decirse que debe parecerse a una especie de sirope.
A continuación, extendemos la mermelada sobre la masa
que tenemos en la bandeja y después vertemos la mezcla de avellanas por encima.
Llevamos al horno durante 25 minutos aproximadamente o hasta que veamos que
está doradito y tostado pero no quemado.
Sacamos del horno y, mientras la masa está caliente,
cortamos en forma de triángulos. Dejamos enfriar.
Por último, cuando ya se haya enfriado, fundimos el
chocolate al baño maría y untamos las esquinas de nuestros triángulos. Dejamos
enfriar y ya tendríamos listos nuestros dulces.
Es una receta un poco laboriosa pero sencilla, ideal
para acompañar ocasionalmente el café en la merienda.
Realizado por Tamara Valencia Dueñas y
Cristina Vallespín Escalada
Fuentes
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