¡Buenos días! Comienza la cuenta atrás para las tan esperadas Navidades.
Esperadas sí, pero también en cierta manera temidas. Llegan las comidas de empresa, con amigos, con familiares,
etc., y ya comenzamos a pensar en el menú
que toca este año para la Nochebuena, Navidad, Nochevieja… y,
reconozcámoslo, tal como dice el refrán “una vez al año no hace daño” y con
ello, nos excusamos para realizar excesos y
sin darnos cuenta, o más bien sin querernos dar cuenta (porque conscientes
somos, y mucho), nos plantamos al final de las dos semanas (sí amigos, sólo son
dos semanas) con unos kilitos de más.
Con el post de hoy no quiero deciros que debemos obsesionarnos con la
comida y acabemos por no disfrutar de las reuniones, pero tampoco quiero que
con la excusa de “qué remedio, sabemos que esta época es de excesos, cuando
acabe, con el nuevo año me pongo el propósito de comer bien”. Ese “qué remedio” en realidad tiene mucho remedio,
siempre hay pequeñas acciones que podemos hacer.
A lo largo de estos tres años por estas fechas os hemos dado consejos y
este año no iba a ser menos, aunque haya poco más que se pueda añadir a lo ya
dicho. Hablemos de la comida en sí.
No estamos acostumbrados a comer tanto ni
a la hora de la comida ni a la hora de la cena, por lo que una buena
recomendación sería tomarnos las comidas en cuestión como una más,
en lo que a cantidad se
refiere, y tratar de hacerla diferente con el simple hecho de centrarnos más en la reunión con la gente que en la
propia comida. De esta manera, al estar hablando y divirtiéndonos
vamos a comer más despacio y por tanto, dando tiempo a nuestro cuerpo a
sentirse satisfecho con lo que hayamos comido, eso sí, debemos estar atentos a estas señales, que es muy posible
que pasemos por alto por la misma razón, por estar distraídos.
Por otra parte, la tradición (aunque
no sé muy bien de donde sale) dicta (por así decirlo) que debemos comer o cenar entrantes, un primer plato, un segundo plato, el postre y
los turrones, sin olvidarnos de las bebidas, y me pregunto yo, ¿por
qué? ¿Por qué no poner un par de entrantes e intentar hacer un plato único
juntando la carne/pescado con las verduras?
Bueno, si no queréis faltar a la tradición e incluir todos y cada uno de
los platos, lo ideal entonces es intentar olvidarnos
de los entrantes fritos y más grasientos y tratar de innovar con cosas más “saludables”. Esto no quiere decir que vaya a
ser menos sabroso y aburrido. Al contrario, puede quedar muy vistoso y seguro que muchos lo agradecerán. Por ejemplo, en lugar
de utilizar canapés de paté se pueden sustituir por canapés de hummus o de
queso para untar con un toque de mermelada o con salmón ahumado; se pueden
también hacer brochetas con verduras de temporada, unos rollitos de jamón
cocido con queso fresco y trigueros, una tosta de gulas, pulpo y langostinos,
un rulo de calabacín, un voul au vent de mousse de queso con nueces... Las opciones son múltiples.
De primero, como hemos comentado en otras
ocasiones, lo mejor es optar por un caldo o
crema para entonar el cuerpo antes del plato principal. Aunque
también se puede optar por unos cócteles en
los que se incluyan hojas verdes,
a los que se pueden añadir frutas para
dar un toque novedoso y evitando las salsas grasientas. Con esto también
preparamos al cuerpo. O por qué no unos huevos
rellenos, pero cuidado con qué los rellenamos…
Lo más importante de todo esto: ¡Controlar
las cantidades! Cocinar con moderación en función de los
invitados que vayan a venir y, aunque nadie lo reconozca, sabiendo que ellos
tampoco quieren pasarse comiendo.
Del segundo plato o plato principal,
qué decir. Si de primer plato hemos elegido una crema, lo mejor sería acompañar
de una ensalada, mientras que si
hemos puesto un cóctel, entonces podemos escoger unas verduritas (de temporada son las mejores,
lombarda, alcachofas, berenjenas, cardo, pimientos, calabacín, brócoli, apio…)
o patatas asadas. ¿Qué
acompaña? Hay dos opciones, la carne o el
pescado. Cada familia tiene distinta predilección y ambas opciones
son igual de buenas o igual de malas según cómo se cocinen. Lo ideal es seguir
optando por preparaciones sencillas que no requieran de mucha grasa para
cocinar, y no por ello va a ser un plato menos festivo.
Y ahora los postres. No
voy a decir que prescindamos de los dulces, porque es igual de malo negarlos
que atiborrarnos. Así que, ¿qué hacer? Pues bien, poner una bandeja moderada con los típicos dulces navideños y
tomar conciencia de cuántos nos estamos comiendo y acompañar de un postre un
poco más saludable que puede ser perfectamente una macedonia de frutas.
Poco más queda por añadir y que no hayamos dicho ya. ¿Reitero la
necesidad de no dejar de lado la actividad física durante esta temporada y no
pasarnos con la bebida? Mejor lo dejamos para el año que viene ;) Con esto me
despido hasta el próximo día. ¡Feliz miércoles!
Realizado por Cristina Vallespín Escalada
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