¡Buenos días! Hoy en “Nutrición para peques” quería hablar de la
introducción de los alimentos en los bebés y, más concretamente, de una
corriente que se está imponiendo en los últimos años aunque aquí en España no
es muy conocida. Hablo del “Baby Led Weaning”
(a partir de ahora BLW) o alimentación autorregulada por el bebé.
¿Qué es?
Por lo general, el bebé puede mantenerse bien nutrido sólo con lactancia
materna o, en su defecto, alimentación artificial, hasta los 6 meses, llegado
este punto las necesidades empiezan a ser más elevadas y difícilmente se
pueden cubrir sólo con la lactancia por
tanto, llega el momento de empezar a introducir la llamada “Alimentación Complementaria”.
Estamos hablando de la introducción de alimentos a los 6 meses, sí, y no a los 4 meses como se
suele hacer hoy en día muchas veces más por necesidades laborales que
fisiológicas del niño. Introducir los alimentos a los 6 meses tiene su razón, y
es que a los 4 meses el bebé es incapaz de comer por sí solo, pero a los 6
meses su desarrollo neurológico le permite hacerlo, ya puede mantenerse sentado y está desarrollando sus
habilidades motoras en las manos, la capacidad de coger cosas, por tanto, no
precisaría cambiar la textura ni que alguien le diese de comer. No
obstante, no debe ser un cambio radical ya que la adquisición de habilidades
para comer solo en cantidades suficientes no se alcanza hasta los 8 meses, y
por tanto, la cobertura de esas necesidades se debería realizar con la
lactancia materna.
¿Cómo se lleva a cabo?
Por tanto, el BLW consiste en ofrecer a los niños trozos de comida
entera con un tamaño y una forma que les permita cogerlos y llevárselos a la
boca; suelen ser alimentos cortados de forma que el niño los pueda
coger con
facilidad (formas alargadas y estrechas) y deben ser alimentos de fácil
masticación y deglución, y sin pepitas (frutas, verduras, carne, queso, pan,
pescado, cereales, etc.), muchos de ellos deberían ser cocinados ligeramente,
por ejemplo al vapor o cocidos.
Este proceso permite al niño ser más partícipe en su alimentación,
descubre nuevas texturas, colores, olores y sabores por sí solos, es decir,
descubren el sabor real de una zanahoria, de un plátano, etc., cosa que en un
puré es difícil de distinguir, si
sólo se alimenta de purés al final llegará el temido momento del rechazo a
múltiples alimentos. Con esto no quiero decir que el niño vaya a crecer
comiendo de todo sí o sí, no deja de ser una persona que está descubriendo
nuevos sabores y por tanto, adquiere cierta independencia a la hora de decidir
si dicho alimento le gusta o no, igual que haríamos cualquier adulto. No
obstante, acostumbrarse a probar texturas nuevas reduce de forma considerable
el futuro rechazo a ciertos alimentos, a fin de cuentas es una etapa en la que
todo es nuevo y hay mucho por descubrir ¿Por qué
no aprovechar esa curiosidad?
Este método busca cierta independencia en el niño y no se le fuerza a
comer por lo que el temido rechazo a los alimentos será menor que si se le
obliga a comer como suele ocurrir con frecuencia.
Además de descubrir, y por supuesto, mejorar la coordinación y la
masticación, hay dos ventajas fundamentales a mi modo de ver las cosas, y es
que el niño adquiere la capacidad
de autorregularse, su cuerpo le dice cuándo tiene hambre y cuándo
dejar de comer. A menudo, la tendencia es insistir en que el niño se acabe todo
el puré sin importarnos ese reflejo de saciedad que todos tenemos innatos y que
perdemos, y no quiero decir que sea malo o culpa de nadie, como sociedad, hay
ciertos protocolos que adquirimos como forma de socializar y de relacionarnos
con los demás y esto implica acabarse todo lo del plato, comer a horas
concretas, etc.
La segunda ventaja importante es que con este método se fomenta la integración del niño en la familia a la
hora de comer desde el principio, ya que se sienta con sus padres a la
mesa y come lo mismo que ellos.
Es verdad que es un método sucio, el niño va a poner todo patas arriba,
porque además de comer, va a tocar la comida, a cogerla, a
tirarla... en definitiva, va a jugar con ella porque es su modo de aprendizaje.
Como conclusión, este es un método que ciertamente exige un esfuerzo por
parte de los padres y por supuesto, por la vida que llevamos hoy en día es
mucho más fácil elaborar un puré o purés y congelar varios para que duren toda
la semana. Además, contamos con esa tendencia a hacer que el niño termine el
plato y como consecuencia acabamos dando un exceso de aporte calórico y, en
muchos casos, proteico pudiendo favorecer una ganancia de peso superior a lo
normal, lo que deriva, según ciertos estudios, en predisposición a desarrollar
obesidad y síndrome metabólico.
Este es un método a tener en cuenta y que seguro va a ser beneficioso a
nivel nutricional y aún más importante a nivel familiar.
Con esto me despido, no os perdáis la receta del viernes. :)
Realizado por Tamara Valencia Dueñas
Fuentes
“Alimentación complementaria dirigida por el bebé («baby-led
weaning»). ¿Es una aproximación válida la introducción de nuevos alimentos en
el lactante?” Acta
Pediatr Esp. 2013; 71(4): 99-103
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