¡Muy buenos días! Con el artículo
de hoy de dietas milagro, llegamos al final de esta temporada, diciendo adiós
hasta septiembre. Pero antes de pasar a la dieta en sí quería hacer una pequeña
reflexión. Decimos que las dietas milagro, si realmente lo fueran, no
inventarían una nueva cada temporada (o incluso cada día), y hablamos y
atacamos a los inventores pero... ¿realmente de quién es la culpa? ¿Es sólo
culpa del que quiere lucrarse gracias a la gente desesperada por perder peso y
estar en el que la sociedad estima el ideal o es culpa del resto de gente que
la sigue porque prefiere no darse cuenta de las carencias en cuanto a educación
alimentaria y falta de ejercicio físico (en patologías ya no me meto) se
refiere? Yo no quiero echarle las culpas a
nadie, ninguno y todos tenemos la culpa... Es igual que la famosa
frase “¿qué fue antes, el huevo o la gallina?” Sin el iluminado que se inventa
la dieta no existirían las dietas milagro, pero sin los seguidores de las
mismas, éstas tampoco llegarían a buen puerto y no habría quién que quisiera
lucrarse a base de ello.
Pero en fin, es sólo una reflexión
que, como muchas otras, puede que queden en el olvido. Ahora sí, pasemos a la
dieta del mes. La dieta que voy a tratar hoy realmente se considera un
trastorno de la conducta alimentaria, que se engloba dentro del síndrome de la
pica, del que podéis saber más pinchando aquí.
La dieta a la que me refiero se
denomina “la dieta del hielo”, “la
dieta del cubo de hielo” o “la dieta de comer hielo”.
Esta dieta se basa en la tesis de
que el cuerpo gasta bastantes calorías en
calentar el agua congelada al ingerirla, por lo que sin darte cuenta
adelgazas muy fácilmente. Esta es la premisa pero... ¿de verdad es cierta?
Hasta donde yo sé, no existen estudios
publicados que sugieran que tomar hielo se traduzca en una pérdida de peso (y
sobre todo masa grasa) significativa.
Según el inventor de la dieta
(prefiero no decir nombres), y traduzco lo que aparece en su página, “la dieta
del hielo funciona aumentando el gasto metabólico basal. Cuando hacemos una
ingesta clínicamente significativa de hielo, nuestro cuerpo necesita gastar
energía para calentar el hielo y ponerlo a la temperatura del cuerpo. Además,
la ingesta de hielo puede proporcionar un cierto nivel de saciedad.”
Y continúa... “La ingestión de 1
litro de hielo quemaría alrededor de 160 calorías, es decir, la energía
utilizada para correr 1 milla. Esto hace que se cree la paradoja de perder peso
mientras se consume comida congelada.”
Ahora bien, el metabolismo y el
proceso de gasto energético y utilización de la energía son complejos y en
ellos intervienen diversos factores. Y por si alguien no se ha dado cuenta...
¿consumir 1 litro de agua helada? ¿Somos conscientes de qué cantidad de hielo
supone eso? ¡Una barbaridad! Si hay a gente a quien ya le cuesta beber 1 litro
de agua líquida (que ocupa menor volumen... no quiero ni pensar cómo es ingerir
1 litro de hielo. A parte, de las consecuencias que tiene eso para el esmalte
dental.
La pregunta del millón, ¿qué es lo que realmente hace que perdamos peso, la
ingestión de hielo por su “poder quemagrasas”, la saciedad que te aporta o una
combinación de ambas? Si me permitís dar mi humilde opinión,
ninguna de las tres opciones. Puede que seamos cansinos con lo que voy a decir
a continuación, pero no me queda más remedio que decirlo. ¿Qué hay de bueno en tomar 1 litro de hielo? ¿No son más
los beneficios de salir a correr 1 kilómetro y medio (que es lo que equivale 1
milla)? Comer hielo no aporta ningún beneficio, salir a hacer
ejercicio mejora nuestra capacidad pulmonar, nuestro sistema cardiovascular,
moviliza la grasas por lo que las perdemos con mayor facilidad, nos da el sol
proporcionándonos vitamina D, liberamos hormonas que nos hacen estar de mejor
humor, mejora nuestro descanso por la noche y un larguísimo etcétera.
Claro, es mucho más fácil y
sencillo (léase con ironía) tomar 1 litro de hielo y quedarse tirado en casa
que dedicarle 30 minutos o 1 hora a hacer ejercicio.
Además, no perdemos peso por el
hecho de tomar hielo; siendo sinceros, ¿cuándo tomaríamos el hielo? Cuando nos entra el gusanillo de comer,
¿cierto? Así que, en realidad estamos sustituyendo un picoteo nada sano por la
ingesta de hielo. Si en lugar de hielo es... no sé... nuestro dedo pulgar...
como cuando de pequeños nos dicen: “si tienes hambre chúpate el dedo pulgar”. Podríamos vender la moto diciendo que por chuparnos el
dedo pulgar adelgazamos. ¡Lo convertimos en dieta y nos hacemos
millonarios!
En fin, amigos, no creamos en todo
lo que nos diga cualquiera, por muy profesional que parezca. ¡Los milagros no
existen!
Con esto me despido, volvemos en
septiembre :)
Pasad un buen día.
Realizado por Cristina
Vallespín Escalada
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