¡Buenos días! Hoy en el blog os traigo un nuevo artículo científico casi
recién sacado del horno, ya que se publicó en la revista “Nature” la semana
pasada, esta vez viene dado por investigadores de la Escuela de Medicina de la
Universidad de Stanford, en Palo Alto, California, sobre las dietas bajas en fibra, que pueden
producir deficiencias internas que van pasando a lo largo de las generaciones
futuras.
El estudio ha sido realizado en ratones, y los resultados no son
nada buenos, si hace unos meses os hablamos de la importancia de la
microbiota en este
artículo, una dieta baja en fibra puede no sólo agotar los complejos ecosistemas
microbianos que residen en todos los intestinos de los mamíferos sino que puede
causar una pérdida irreversible de la diversidad dentro de esos ecosistemas en tan sólo tres o cuatro
generaciones.
Una vez que toda la población experimenta la extinción de
especies bacterianas clave, simplemente comer bien ya no es suficiente para
restaurar esas especies perdidas
en los intestinos de los individuos de esa población, sugieren los autores.
La
proliferación de alimentos procesados de fácil preparación casi sin fibra desde
la mitad del siglo XX se ha traducido en un consumo de fibra más bajo que lo
que marcan las recomendaciones. Por lo que todos los expertos en salud coinciden en que las dietas
bajas en fibra son subóptimas.
La
principal razón de esto es que la fibra que no puede ser digerida por las enzimas
humanas, sirve de fuente de alimento para las bacterias comensales que
colonizan nuestro colon, dando lugar a una rica microbiota. Pero si
se carece de fibra corren peligro las miles de especies bacterianas distintas
habitan el intestino grueso. Y según los investigadores, tendríamos dificultades para vivir sin ellas. Ya que las
bacterias cumplen numerosas funciones como defensa ante patógenos, capacitan
nuestro sistema inmunológico e, incluso, guían el desarrollo de nuestros tejidos.
Aunque
las bacterias que colonizan nuestro intestino las tomamos de las exposiciones
rutinarias a lo largo de nuestras vidas, una de las fuentes más importantes de
nuestra población bacteriana intestinal es nuestra familia inmediata,
especialmente nuestras madres durante el parto y la lactancia.
Además, si comprobamos y analizamos la microbiota que habitan en
los humanos, los científicos han demostrados que la diversidad de especies
bacterianas presentes en los intestinos de
las poblaciones de cazadores-recolectores y las poblaciones rurales agrarias
supera con creces la de los individuos que viven en las sociedades
industrializadas modernas.
De
hecho, estos trabajos indican la ausencia total, a lo largo de
las poblaciones industrializadas, de
numerosas especies bacterianas compartidas entre muchos de los
cazadores-recolectores y las poblaciones agrarias rurales analizadas,
a pesar de ser grupos dispersados a través de grandes extensiones geográficas
que van desde África a América del Sur y Papúa Nueva Guinea.
¿Pero a qué es debido que la sociedad industrializada como la
nuestra esté perdiendo su anterior microbiota?
Los científicos han propuesto numerosos factores, incluyendo el
uso generalizado de antibióticos, más frecuencia de cesáreas y menor
generalización de la lactancia. Además, una de sus ideas para el estudio era si la gran
diferencia en el consumo de fibra dietética entre las poblaciones tradicionales
y modernas podría, por sí sola, influir.
Los investigadores emplearon ratones de laboratorio jóvenes que
habían sido especialmente criados y alimentados en ambientes asépticos de
manera que sus intestinos estaban desprovistos de cualquier habitante microbiano. Tras
implantar a los ratones microbios de un donante humano, los científicos los
dividieron en dos grupos: uno alimentado con una dieta rica en fibra de origen
vegetal y el otro con una dieta equivalente a la primera con respecto a la
proteína, grasa y calorías, pero prácticamente desprovista de contenido de
fibra.
Los investigadores analizaron muestras fecales de los animales,
con los perfiles de las bacterias intestinales de los dos grupos inicialmente
indistinguibles, pero en un par de semanas, pudieron comprobar grandes cambios,
los ratones con alimentación baja en fibra albergaban menos especies
bacterianas en su intestino. Más de la mitad de los números de las
especies bacterianas habían disminuido en más del 75% y muchas especies
parecían haber desaparecido por completo.
Después de siete semanas, se pasó a los roedores que habían
consumido una dieta baja en fibra a una dieta alta en fibra durante cuatro
semanas. Los perfiles de las bacterias intestinales de los ratones se
recuperaron en parte. Aun así, esta restauración fue sólo parcial, ya que
un tercio de las especies originales nunca se recuperó a pesar de su vuelta a
una dieta alta en fibra.
No se observaron estos cambios en los ratones de control alimentados constantemente una dieta
alta en fibra, pero la verdadera sorpresa vino después de que los ratones que
habían sido criados y alimentados con dietas bajas en fibra durante unas pocas
generaciones. En su entorno experimental, estos ratones fueron expuestos a
microbios sólo a través del contacto con sus padres y el ecosistema intestinal
bacteriano de cada generación sucesiva disminuyó en la diversidad.
En la cuarta generación, el agotamiento había llegado a un punto
en el que en casi las tres cuartas partes de los residentes de especies
bacterianas en los intestinos de sus bisabuelos parecían ausentes. Incluso,
después de que a estos ratones se les puso de nuevo en una dieta rica en fibra,
más de dos tercios de las especies bacterias identificadas en los intestinos de
sus antepasados de primera generación demostraron ser irrecuperables, lo que
indica la extinción de las especies en la cuarta generación por la privación de
fibra.
Por lo que se puede extrapolar, que una dieta baja en fibra da
lugar a que nuestra microbiota pierda en sucesivas generaciones gran parte de
las bacterias que tenemos a día de hoy, ¿cuál es la solución?
Una de las soluciones menos agresivas, y que cada vez se escucha
más, incluso en humanos, es el trasplante de heces, el trasplante dio lugar a
la recuperación de las especies perdidas. Al introducir contenido fecal de
ratones de cuarta generación del grupo de dieta alta en fibra en los intestinos
de ratones de cuarta generación del grupo de alimentación con poca fibra,
además de ponerlos en una dieta alta en fibra durante dos semanas, restauró totalmente
sus perfiles bacterianos. En los diez días del procedimiento, la composición y
la diversidad de las bacterias en los intestinos de este grupo eran
indistinguibles de las de los roedores de control.
Según los investigadores, estos resultados tienen implicaciones
importantes para los seres humanos. Además proponen unos simples
cambios, como un mayor contacto con bacterias del entorno para enriquecer la
microbiota, como no lavarse las manos después de jardinería o acariciar a los
animales, junto a la reducción del uso excesivo de antibióticos. Sin embargo, creen que medidas más extremas, como los
trasplantes fecales masivos, requerirían pruebas a gran escala para
asegurarse de que son necesarios y seguros.
Y
con esto nos despedimos hasta el próximo post, recordar aumentar el consumo de
fibra en vuestra dieta, porque la fibra es importante para mantener nuestra
microbiota. Mientras tanto, ¡ser felices! :)
Realizado por Jorge Ibarra Morato
Fuentes
Diet-induced
extinctions in the gut microbiota compound over generations.
Erica D. Sonnenburg, Samuel
A. Smits, Mikhail Tikhonov, Steven K. Higginbottom, Ned S. Wingreen & Justin L. Sonnenburg. Nature 529,
212–215 (14 January 2016).
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