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La úlcera péptica, ¿qué es y cómo tratarla?

Escrito por nutriciónalas6 el miércoles, 15 de enero de 2014 | 6:00:00



Buenos días a todos. Como ya anunciábamos hoy vamos a hablar de una patología, la cual trata de una patología digestiva, que no es otra que la úlcera péptica.
Y os preguntaréis... ¿qué es la úlcera péptica?
La úlcera péptica es una herida bien definida causada porque el revestimiento del  esófago, estómago o duodeno ha sido lesionado o erosionado, e incluso desintegrado, por los ácidos gástricos o los jugos duodenales. Es decir, que se produce cuando hay un desequilibrio entre el ácido secretado por el estómago y la resistencia de la mucosa por diferentes causas.
Típicamente se produce en la porción inferior del estómago, en cuyo caso se denomina úlcera gástrica, o en la porción inicial del duodeno, denominada úlcera duodenal.
Etiología
La causa más común de esta enfermedad es la infección por Helicobacter pylori y por antiinflamatorios no esteroides (AINEs). Aunque existen otros factores como el consumo excesivo de alcohol, el tabaco, el estrés y factores genéticos hereditarios.
La Helicobacter pylori es una bacteria flagelada, cuyos flagelos le permiten penetrar y desplazarse por la mucosa estomacal. Una vez iniciado el mecanismo de infección, la inflamación que tiene lugar afectaría a los mecanismos de defensa de la mucosa y, además, la infección provocaría un aumento de la secreción ácida y la liberación de pepsina, que a la larga dañarían la mucosa llegando al extremo de provocar lesión y erosión.
Las posibles complicaciones que pueden llegar a ocurrir si no se da un tratamiento adecuado, son una perforación del intestino y peritonitis, sangrado interno y hemorragia, obstrucción intestinal, cáncer de estómago... En caso de llegar a estas complicaciones debido a que no hay respuesta al tratamiento, sería necesario realizar un tratamiento quirúrgico.
Clínica

Entre los síntomas encontramos náuseas y vómitos (a veces con sangre), pérdida de peso involuntaria, fatiga, deposiciones sanguinolentas, acidez estomacal, ardores epigástricos y pirosis, indigestión, etc.
Lo más significativo es el dolor epigástrico tras la ingesta de alimentos y dolor que puede despertar a la persona afectada durante la noche.
Tratamiento
Llegamos a la parte que nos concierne. El tratamiento de los pacientes busca 4 objetivos:
  • Aliviar síntomas
  • Promover la cicatrización y curación
  • Prevenir recaídas
  • Evitar las complicaciones


Los fármacos son la base del tratamiento y la inmensa mayoría de los pacientes responden adecuadamente a la medicación. En el tratamiento farmacológico no me voy a meter y aunque el tratamiento dietético juega un papel secundario, es igual de importante
El tratamiento dietético pretende evitar el estímulo excesivo de secreción gástrica de ácido, consiguiendo reducir con ello los síntomas. Al principio, es necesaria la exclusión de una serie de alimentos para evitar seguir lesionando la mucosa y que empeoran los síntomas; sin embargo, esto es sólo temporal, pasado un tiempo se debería intentar volver a incluirlos para no limitar la dieta más de lo necesario, que en general será una dieta los más variada posible y bien balanceada.
Cada paciente es un mundo, por lo que las recomendaciones que a continuación expondré, deben ser individualizadas.
Por lo general se va a recomendar la realización de 3 comidas diarias, para disminuir el número de estímulos diarios de la secreción de ácido gástrico, siendo comidas poco copiosas o pesadas. Sin embargo, hay pacientes que refieren sentir alivio sintomático realizando ingestas más frecuentes de pequeño volumen cada 2-3 horas.
Es esencial comer despacio, tranquilo y masticando bien los alimentos. Por otra parte, no es recomendable tomar alguna comida o líquido justo antes de irse a la cama.
No incluir temporalmente los alimentos ricos en fibra tales como verduras y legumbres cocinadas enteras, cereales integrales y frutos secos ya que pueden provocar una recaída tras el periodo de convalecencia. Mejor tomar las verduras y hortalizas así como las legumbres en forma de purés, aunque dependerá de la tolerancia individual. En cuanto a la fruta, elegir fruta madura y optar por las no cítricas, evitando las frutas en almíbar, desecadas o confitadas.
Evitar la ingestión frecuente de lácteos. La leche aunque desempeña un papel tampón transitorio, tiende a estimular la producción de ácido a las 2-3 horas tras la ingestión por su contenido en calcio y proteínas.
Excluir alimentos muy salados,  especiados, condimentados y las conservas en escabeche, así como consumir cantidades excesivas de azúcar. No tomar bebidas con gas y alcohol, también se debe sustituir el café, incluso el descafeinado, y el té por otras infusiones más suaves. Evitar en la medida de lo posible las temperaturas extremas, no tomar alimentos muy fríos o calientes ya que tienden a provocar irritación.
Los alimentos de elección deben ser jugosos que apenas precisen una cocción prolongada y con cantidades excesivas de grasa. Carne blanca, pescado blanco o azul cocinado con poca grasa, y huevos en tortilla o revueltos o pasados por agua.
Antes de acabar, quiero hacer hincapié en que la supresión de los alimentos que dañan la mucosa gastrointestinal es temporal y poco a poco, según tolerancia, deberán volver a nuestra alimentación.
Con esto me despido hasta el próximo día.
Saludos y ánimo que ya estamos a mitad de semana.
Realizado por Cristina Vallespín Escalada
Fuentes
Conocimientos adquiridos durante la Diplomatura de Nutrición Humana y Dietética.
Nutrición y alimentación humana. 2aed. Mataix J. Ergon 2009.

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