¡Buenos
días! Hace justo una semana, el 21 de Enero, se publicó en “The American
Journal of Clinical Nutrition”, o lo que es lo mismo la revista americana de
nutrición clínica, un interesante estudio, aunque ya digo de antemano (y
seguramente vuelva a repetir) que a pesar de los datos expuestos tan
esperanzadores, hace falta realizar más estudios para corroborar los
resultados, y con población a nivel mundial.
El estudio
trata sobre el mercurio y el pescado, y el papel
beneficioso que los nutrientes del pescado parecen aportar frente a la
toxicidad del mercurio.
Pero... ¿Qué es el mercurio?
El
mercurio es un metal pesado que puede presentarse, químicamente, de dos
maneras. De manera tal cual, es decir, el mercurio como mineral y de
manera orgánica, es decir, metil-mercurio. Es importante diferenciarlos
puesto que la toxicidad del mercurio mineral es relativamente baja debido
a que nuestro organismo y el de los animales no tiene capacidad para absorberlo
a nivel intestinal, de esta manera, suele eliminarse vía renal sin mayor
problema, a no ser que exista alguna patología clínica o que la ingesta del
mineral sea muy elevada, cosa poco probable. Por el
contrario, en el caso de que sea orgánico, que es lo normal ya que
cuando el mercurio llega a la naturaleza y se deposita, con el tiempo la propia
naturaleza lo transforma en metil-mercurio, el cual
sí es tóxico para el hombre y los animales porque
esta forma al ingerirse se va acumulando y afecta,
principalmente, al sistema nervioso.
Se
conoce ya desde hace siglos la neurotoxicidad del mercurio para el hombre, sin
embargo, no fue hasta 1950, cuando ocurrió el brote de Minamata, en Japón,
cuando realmente se empezó a considerar el efecto agudo de la toxicidad. Desde
entonces, de todos es sabido que los pescados contienen grandes cantidades de
mercurio, cuanto mayor es el tamaño del pescado mayor es su contenido en
metil-mercurio, y esto se traduce en que los profesionales de la salud hayan
venido aconsejando evitar un alto consumo de este tipo de pescados, y más aún a
la población infantil y a las mujeres embarazadas.
Y
con esto llego al estudio en cuestión, el cual sugiere que los nutrientes que se encuentran en el pescado,
especialmente las grasas omega-3, tienen propiedades que parecen proteger al cerebro
y sistema nervioso de los efectos tóxicos del mercurio.
La
investigación se ha llevado a cabo en las islas Seychelles, en donde a lo largo
de 30 años han estudiado a más de 1500 mujeres con sus hijos. Estas mujeres, a
lo largo de su vida, incluido el embarazo, consumen un promedio de 12 ingestas
de pescado a la semana, lo que supone que están alrededor de diez veces más
expuestas al mercurio que las mujeres europeas y estadounidenses. Sin embargo,
a pesar de esto, los profesores y científicos que participaron en el
estudio no hallaron asociación alguna entre esa exposición prenatal tan alta al
mercurio y problemas en el desarrollo neurológico derivados del efecto tóxico
del mercurio. De esta manera, así afirma el profesor Edwin van
Wijngaarden que “Cada
vez está más claro que los beneficios del consumo de pescado pueden ser mayores
o, incluso, enmascarar los posibles efectos adversos del mercurio”.
Por
su parte, el profesor de Nutrición Humana de la Universidad de Ulster, en
Irlanda del Norte apunta que “Esta investigación proporcionó la oportunidad
de estudiar el papel de los ácidos grasos poliinsaturados en el desarrollo y su
potencial para aumentar o contrarrestar las propiedades tóxicas del mercurio” y
continúa, “Los resultados indican que el tipo de ácidos grasos que una madre
consume durante el embarazo puede marcar una diferencia en términos de futuro
desarrollo neurológico del niño”.
Los resultados que se obtuvieron fueron problemas en el
desarrollo de los hijos de aquellas madres que tenían niveles bajo de omega-3
aunque altos de omega-6, pero no en lo hijos de aquellas madres cuyos niveles
de omega-3 eran altos.
Como
ya os explicamos en el post “Tipos
de grasas y sus ácidos grasos”, los ácidos grasos omega-6 los encontramos
en los aceites vegetales mientras que los omega-3 los encontramos en los
pescados azules, ciertos vegetales de hoja verde, legumbres y frutos secos.
Además estos últimos, son antiinflamatorios.
Así,
la teoría de los resultados obtenidos es que el mercurio produce una oxidación
que resulta en una inflamación en el cuerpo al ser ingerido y, debido a ese papel antiinflamatorio de los ácidos grasos omega-3 del
pescado, éstos reducirían el nivel de inflamación de la
madre, disminuyendo cualquier futuro efecto nocivo en el bebé.
Desde
mi punto de vista, como he comentado al principio, es un gran estudio y muy
prometedor. No me cansaré de decir que no existen alimentos buenos o malos,
sólo recomendados y menos recomendados y todo en su justa medida. Eso sí,
tampoco quiero decir que ahora nos lancemos como locos a comer este tipo de
pescado porque “total, tiene omega-3 que me va a proteger...” No. Hay que ser
conscientes de que se necesitan más datos de hasta qué niveles de mercurio esto
resulta efectivo y también realizar estudios en países europeos y americanos y
no asociar sólo este efecto al pescado azul, hay que ver el global de la dieta,
cosa que no se menciona en este estudio... sólo mencionan que las mujeres toman
12 ingestas de pescado, pero no especifica qué clases de pescado incluyen esas 12
tomas ni menciona tampoco qué otros alimentos consumían, es decir, el tipo de
dieta que seguían, ni la manera de cocinarlos.
Con
esta última reflexión, me despido hasta el próximo día. Un saludo y ¡ánimo! Que
ya estamos a mitad de semana :)
Realizado por Cristina Vallespín Escalada
Fuentes
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