¡Buenos días! Hoy en “nutrición para peques” quería hablar de un trastorno alimentario poco común que se suele dar en los niños, y que poco a poco se va afianzando hasta incluso permanecer en la edad adulta, es el Síndrome del comedor selectivo.
Es un trastorno que se viene observando ya desde hace algunos años pero que en ocasiones se disfraza y confunde con la anorexia nerviosa o la bulimia.
Es un trastorno distinto de éstos pero con consecuencias similares a nivel nutricional y psicológico; tanto es así que a raíz de un estudio publicado en el Journal of Adolescent Health, la publicación oficial de la Society for Adolescent Heath and Medicine, ha sido introducido en la última revisión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V).
No hay que confundirlo con niños mal comedores, todos pasamos por esa etapa de rebeldía y de creación de personalidad en la que rechazamos algunos platos de los que nos ofrecen nuestros padres. Forma parte del desarrollo y es perfectamente normal y lícito que el niño rechace ciertos alimentos, ahí entra en juego la imaginación y la picardía para conseguir que el niño finalmente adquiera unos hábitos alimentarios saludables que le acompañarán toda la vida.
Eso es una cosa y otra es el trastorno al que me refiero, en este caso el niño comienza a adquirir unos hábitos poco habituales, pudiendo llevar una alimentación equilibrada pero con una necesidad patológica de una ingesta excesiva de un alimento en concreto o tener la necesidad de comer uno o varios alimentos específicos (ya sea por color, textura, olor o sabor) y cualquier ingesta de otro alimento o un intento de cambio en su conducta alimentaria puede generar un estrés y problemas psicológicos importantes.
Aún está en estudio pero las primeras conclusiones indican que estos comedores selectivos tuvieron problemas en la introducción de alimentos, además, cabe destacar que en este problema de conducta sobresale el número de casos masculinos y va en aumento.
Y llegamos al problema nutricional, y es que como la mayoría de trastornos de la conducta alimentaria, genera un déficit nutricional importante en el niño empezando por las vitaminas y minerales que son siempre los más perjudicados. La falta de nutrientes va a depender de cómo se desarrolla el trastorno y cuál es el patrón de conducta alimentario.
Por lo general, los niños tienden a rechazar las frutas y verduras, más las verduras. Este es el grupo vitamínico y mineral por excelencia, son los alimentos reguladores de las funciones del organismo por lo que si faltan, éste no va a funcionar como debiera causando, por tanto, enfermedades y problemas nutricionales. Si a esto le añadimos, por ejemplo, un consumo importante de hidratos de carbono, las vitaminas del grupo B se van a ver bastante perjudicadas, concretamente la vitamina B1, ayudan a convertir los hidratos de carbono en glucosa para la obtención de energía.
Este es un ejemplo como cualquiera que, como he dicho antes, va a depender de cómo se desarrolle este trastorno.
Existen diversas formas de identificar un posible síndrome del comedor selectivo, la pérdida de peso, el retraso en el crecimiento o el déficit nutricional son más que evidentes pero otros signos como la necesidad de suplementar vitaminas y minerales (ya observable en edades más adultas), la necesidad de seguir el patrón alimentario sin importar la situación, lugar e incluso a costa de la propia salud es uno de los rasgos más característicos.
Es importante tener en cuenta estas problemáticas ya que con el tiempo tienden a afianzarse pasando a problemas como el miedo al atragantamiento o la alergia o sufrir una crisis por tener que elegir alimentos.
Sí, hay que tenerlo en cuenta pero sin caer en la obsesión porque el niño pueda padecer algún tipo de trastorno. Es importante aprender a discernir entre lo que es normal de lo que es una conducta patológica.
Con esto me despido, nos vemos en el próximo post. :)
Realizado por Tamara Valencia Dueñas
Fuentes
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